“Hemos vendido pan desde el primer día”
Ha sido duro, sí. Pero hemos estado vendiendo pan desde el primer día de la pandemia. Tener un negocio que elabore pan es una suerte”, destaca Mireia Oliveras, copropietaria de las panaderías Antiga Casa Bellsolà de Girona. Fundadas en 1892, por el padre de su marido, Pere Bellsolà, los siete establecimientos, los más antiguos de la ciudad, vieron como el coronavirus impactó en su facturación –bajó a la mitad– y en las emociones de sus clientes. “No se vendía pastelería. No había nada que celebrar. La gente estaba asustada”, detalla Oliveras. Pero la dificultad ya ha quedado atrás. Todas sus tiendas han vuelto a abrir por las tardes y se han incorporado parte de los trabajadores que tuvieron que despedir. Y otro detalle: se vende pan, como habitualmente, y también pastelería. “En ese momento la faena que había tuvimos que repartirla. El equipo de personal entendió la situación. Todos ayudaron con lo que pudieron. Fueron un 10”, insiste Oliveras. Falta, según ella, el último impulso, el que da el turismo, que “aún no se ve por la ciudad”. Y es que, según añade su marido, Robert Bellsolà, “vivimos de la gente de la calle, los turistas y los ciclistas... Todo desapareció”. Hubo un vacío y una interrupción, como el sueño de Robert, que quedó momentáneamente parado: ese equipo profesional de ciclistas, Antiga Casa Bellsolà Girona, que aspira a ser el primer equipo catalán en participar en Tour de Francia. También se ha reactivado y con fuerza. /