Cabezas de cartel
Please Please Please
Concepción: La Ribot, Mathilde Monnier, Tiago Rodrigues Intérpretes: La Ribot y Mathilde Monnier
Lugar y fecha: Mercat de les Flors, Grec’20 (14/VII/2020)
En este Grec tan atípico se vislumbran dos grandes grupos de espectáculos. En el primero las propuestas escénicas están acabadas, incluso presentadas, o nos las encontramos en un proceso de creación reconocible. Luego están las que parecen regirse más por la voluntad de estar que de ser. Como si hubiera pesado más el amical compromiso de responder a la llamada del festival que aportar algo artísticamente coherente e interesante. En este segundo grupo puede situarse Please Please Please, el proyecto conjunto de tres indiscutibles cabezas de cartel: La Ribot, Mathilde Monnier y Tiago Rodrigues, que pone las palabras al experimento.
Un cuidado tierra de nadie que evidencia que no se ha encontrado esa zona de contaminación mutua que nace de la atracción del otro y su trabajo creativo. Una suma de discursos que se comporta como el agua y el aceite sin que haya una energía extraordinaria que agite y emulsione la difícil mezcla. La Ribot y Mathilde Monnier abren el montaje con movimientos cerrados sobre si mismos, con una parte del cuerpo siempre en contacto con otra, subrayando el anonimato del ente físico bajo una piel brillante que evita mostrar el rostro. Más escultura cinética que coreografía. Evoluciones que prescinden de ese punto caótico y anárquico –incluso en su ritual de las repeticiones– que identifica el trabajo de La Ribot. Estética fría, abstracta, a la sombra de una gran escultura de malla metálica que se extiende a lo largo del desnudo escenario. Forma monstruosa que evoca la serpiente dibujada por Saint-exúpery. Sólo música hasta que irrumpen los cuentos de Tiago Rodrigues.
Relatos breves que las dos intérpretes van narrando alternativamente mientras persisten en la extenuación de los pequeños pasos de un calentamiento sin meta de una instrucción militar. Admirable ejercicio de control de la respiración hasta que el recurso se agota en si mismo y la palabra pide descanso. Ninguna relación evidente entre la aportación física y la literaria. Sobre todo, porque los cuentos de Rodrigues están construidos desde una obvia convencionalidad. No estamos ante una literatura disruptiva en su forma. El público no tiene ninguna dificultad en seguir las historias. La misma facilidad de una pieza de Kafka, Bombal o Carpentier. Escritura del siglo XX. Incluso el argentino César Aira -por mencionar alguien con un universo surreal similar al invocado por Rodriguesconstruye piezas formalmente más inquietas. Una literatura extrañamente formal para una creadora que ha hecho gala justamente de lo contrario. Y esa distancia crea un yermo vacío entre estos dos mundos opuestos.