La Vanguardia

MARSÉ, FINAL DE LA ‘AVENTI’ (1933-2020)

Fallece a los 87 años el escritor barcelonés que mejor reflejó la ciudad de la larga posguerra y las historias de los perdedores

- XAVI AYÉN

La ironía, que él tanto utilizaba, ha querido que Juan Marsé muriera un 18 de julio, el día del autodenomi­nado Alzamiento Nacional, cuyas nefastas consecuenc­ias retrató a través de los personajes de sus novelas, que poblaban una Barcelona gris y pobre pero muy animada. Si les dicen que Juan Marsé cayó, es cierto. Lo hizo sobre las 21 horas del sábado, en el hospital de Sant Pau, acompañado de los suyos, que hicieron pública la noticia ayer por la mañana, a través de la agencia Balcells, su otra casa en este mundo.

Enfermo desde hacía años del corazón y los riñones, se sometía a diálisis –bromeaba con que eso le daba tiempo para leer– y, en los últimos días, su capacidad cardiaca estaba al 20%.

Nacido el 8 de enero de 1933, hijo de Domingo Faneca y Rosa Roca, en vez de llamarse Juan Faneca Roca acabó siendo Juan Marsé Carbó, los apellidos de sus padres adoptivos. Según se supo recienteme­nte, su padre biológico, Domingo Faneca, y el adoptivo, Pep Marsé, se conocían de Estat Català, y como eso era algo que ocultar en la Barcelona franquista –te podía costar la vida–, se inventaron la “historia del taxi”, un encuentro fortuito de la madre con Pep Marsé en el taxi de este que posibilitó la adopción. El propio Marsé difundió durante mucho tiempo la primera versión, al ser la que él había escuchado siempre.

Crecido en el barrio del Guinardó, a los 13 años dejó la escuela para entrar como aprendiz en una joyería. Poco después empezó a colaborar con revistas como

Arcinema, El Ciervo e Ínsula. De joven se carteó con la escritora Paulina Crusat, que lo animó a profundiza­r en su vocación literaria. Finalista del Biblioteca Breve de 1960 con su primera novela, Encerrados con un solo juguete, inició entonces su relación con el mundo del editor Carlos Barral, que incluía al poeta Jaime Gil de Biedma y a la agente Carmen Balcells, que se convirtió en su representa­nte tras ir a ver a la madre del chico para cerrar el acuerdo.

Marsé forma parte de la llamada generación de los 50 junto a Gil de Biedma, Barral, Juan García Hortelano, Manuel Vázquez Montalbán, Juan Goytisolo, Carmen Martín Gaite, Ángel González, Terenci Moix o Eduardo Mendoza. Sus obras retratan el desencuent­ro entre la Barcelona de la burguesía y la del proletaria­do, dos planetas paralelos, y muestran la amplia paleta de sensibilid­ades en la ciudad de los vencidos, la de la larga posguerra, el dominio de la Iglesia, las cartillas de racionamie­nto y el estraperlo. Esa ciudad de los niños y adolescent­es que viven en un ambiente sórdido y cruel, con sus palizas y todo, y que descubren el sexo y se cuentan aventis, historias orales de ficción protagoniz­adas por ellos mismos. Un mundo en el que una de las vías de escape es el cine, en especial los clásicos de Hollywood en blanco y negro, al que se accede desde las butacas de las salas de barrio y sus sesiones dobles. Marsé se propuso, en fin, recuperar la memoria de unas gentes y unos mundos “que oficialmen­te no habían existido”.

Ganó en 1964 el premio Biblioteca Breve con Últimas tardes con Teresa, derrotando al argentino Manuel Puig. Es esa tal vez su obra más conocida, en la que descubrimo­s a Manolo Reyes, el Pijoaparte, un charnego del Monte Carmelo que sube a la zona alta y aspira a seducir a la burguesa Teresa, atraída tanto por sus flirteos con la delincuenc­ia de poca monta como por la política revolucion­aria.

Su libro más autobiográ­fico es Esa puta tan distinguid­a –se refiere a la memoria, el gran eje de su obra–, publicado hace cuatro años, y del que Club Editor ha anunciado una pronta traducción al catalán “como homenaje”.

Ahí se adentró, por primera vez, en elementos de su vida de escritor, pues el argumento se centra en un novelista muy parecido a él que recibe el encargo, en 1982, de redactar el guion de una película inspirada en el asesinato de una prostituta en la Barcelona de 1949, como hizo Marsé en Si te

dicen que caí (1973), basado en la muerte de Carmen Broto, con un trasfondo de pandillas callejeras, escarceos sexuales, fantasías y

aventis. “Yo conocí al asesino de Broto, Jesús Navarro –explicaba en el 2016 a este diario–, nos hicimos amigos. Vino a verme, había leído mi novela, opinaba que muchas cosas no se correspond­ían con la realidad. Le dije: ‘Esto es una novela, no una crónica’ y me respondió: ‘Sí, pero mi nombre y mi apellido están ahí’... y tenía razón, debí haberlo cambiado”. Con La muchacha de las bragas

de oro (1978) ganó el premio Planeta. En esta obra, un escritor falangista redacta sus memorias en Calafell, retocando su pasado para convertir hechos vulgares en novelescos y parecer “un demócrata de toda la vida”. Su sobrina, la promiscua Mariana, combate las fabulacion­es de su tío.

En El amante bilingüe (1990), Juan Marés, el protagonis­ta, es engañado por su esposa burguesa y cae en la indigencia al abandonar la casa conyugal. Tocando el acordeón por las calles de Barcelona, un día, en un alboroto, recibe un cóctel mólotov y su rostro queda desfigurad­o, lo que aprovecha para hacerse pasar por un charnego llamado Faneca, con el fin de reconquist­ar a su mujer.

En 1993 apareció El embrujo de

Shanghai, ambientada a finales de los años 40, cuando los maquis todavía operaban desde su base en los Pirineos, y un héroe embarca rumbo a Shanghái para cumplir una arriesgadí­sima misión.

Con Rabos de lagartija (2000), conquistó al fin el premio Nacional de Narrativa, además del de la Crítica. De nuevo la Barcelona de 1945, con la peculiarid­ad de su narrador imposible, un feto que recuerda lo que aún no ha vivido.

En Caligrafía de los sueños

(2011) a veces cuesta distinguir al Ringo de ficción, hijo de un taxista, del Juanito Marsé adolescent­e. “Quería simplement­e –dijo a este diario– contar algunas cosas que, en el tránsito de la pubertad a la adolescenc­ia, le pasan a un chico que se halla en desacuerdo con la realidad, que es incapaz de asumirla, y la repudia en beneficio de algunos sueños personales”.

Marsé ejerció también de periodista, pues fue jefe de redacción de la revista satírica Por Favor y de la revista Bocaccio, que editaba la discoteca homónima, símbolo de la gauche divine, grupo al que Marsé pertenecía pese a su condición de obrero y al que ridiculizó en Noches de Bocaccio.

Aunque sin adscripció­n partidista, se mostró siempre simpatizan­te de la izquierda y muy crítico con el independen­tismo catalán, y recienteme­nte llegó a firmar un manifiesto pidiendo la dimisión del president de la Generalita­t, Quim Torra.

Obtuvo el premio Cervantes en el 2008, la máxima distinción de las letras españolas. Casado con Joaquina Hoyas, deja dos hijos, Berta, también escritora, y Álex. Lumen ha anunciado que el próximo 23 de septiembre publicará un libro inédito suyo que se creía perdido, Viaje al sur, un reportaje que escribió en 1962 por encargo de Ruedo Ibérico, un viaje a Andalucía, y que no llegó nunca a ver la luz. Además de ese libro, la directora de Lumen, María Fasce ha confirmado que están revisando una “especie de diario al que él se refería como ‘notas para unas memorias que nunca escribiré’”, del que no ha dado más detalles.

El funeral de Juan Marsé será mañana martes a las 12.45 h en el tanatorio barcelonés de la calle Sancho de Ávila, pero no se recomienda asistir al público porque deberá celebrarse bajo las nuevas restriccio­nes por rebrotes de coronaviru­s. La capilla ardiente se abrirá en el mismo tanatorio hoy lunes a las 15.30 h.

GUIÑO FINAL Con ironía, se fue un 18 de julio, el día del autodenomi­nado ‘Alzamiento Nacional’

BIOGRAFÍA COMPLICADA Sus padres adoptivos le explicaron falsamente que conocieron a su madre en un taxi

SU GRAN PERSONAJE Manolo Reyes, el Pijoaparte, un charnego del Carmelo que sube a ‘pescar’ a la zona alta

PERIODISTA Fue redactor jefe de las revistas ‘Por Favor’ y ‘Bocaccio’, órgano de la discoteca

NOVEDADES En septiembre se publicará ‘Viaje al sur’, un reportaje inédito de 1962

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PEDRO MADUEÑO
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Juan Marsé, en el momento en que llega a su casa en taxi el 17 de noviembre del año 2008, tras una visita rutinaria al médico, y se entera, al ver a los periodista­s congregado­s en a entrada, de que ha ganado el premio Cervantes, la máxima distinción de las letras españolas.
ÀLEX GARCIA Felicidad Juan Marsé, en el momento en que llega a su casa en taxi el 17 de noviembre del año 2008, tras una visita rutinaria al médico, y se entera, al ver a los periodista­s congregado­s en a entrada, de que ha ganado el premio Cervantes, la máxima distinción de las letras españolas.

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