Trump no sabe si aceptará los resultados electorales
Con 75.000 casos al día, el presidente minimiza la Covid
Después de defender que las encuestas se equivocan y mostrarse seguro de que los estadounidenses le renovarán la confianza en noviembre, Donald Trump se negó ayer a afirmar que aceptará los resultados electorales, sean los que sean. “Ya veré... No voy a decir simplemente que sí que lo haré”, dijo el presidente en una entrevista en Fox News. “No voy a decir ni que sí ni que no, tampoco lo hice la otra vez”, añadió, a pesar de que en el 2016, como ha hecho en esta campaña electoral, también arrojó dudas sobre la veracidad de los resultados y sugirió que no los aceptaría.
La afirmación, que confirma los temores de que Trump se niegue a aceptar su derrota y provoque enfrentamientos sociales, es sólo uno de los titulares que ofreció la entrevista de Fox News, la primera desde el 2018 en uno de los clásicos programas de televisión del domingo por la mañana. Jugaba en teoría en casa, en su cadena amiga, pero no con el veterano y hábil entrevistador Chris Wallace. Armado por datos y argumentos, Wallace se las arregló para rebatir las afirmaciones insidiosas o falsas del presidente, que no dio señales de reconsiderar su actitud ante la pandemia del coronavirus.
“Es porque hacemos los mejores tests del mundo”, replicó Trump nada más comenzar la conversación, en el patio de la Casa Blanca, en el momento en el que el entrevistador le mostró la evolución de la pandemia desde abril, cuando se alcanzó el pico de 36.000 casos diarios hasta julio, cuando se han superado las 75.000 nuevas infecciones al día. “¿Por qué los medios no hablan de México, que no nos está ayudando? Gracias a Dios que construí la mayor parte del muro porque sino tendríamos un problema más grande”, respondió.
Mientras los estadounidenses discutían si habría o no segunda ola de la pandemia, la primera seguía todavía fuera de control y se ha disparado en algunos estados como Texas o Florida, donde los hospitales vuelven a necesitar material protector y camas de UCI. Las quejas no sólo llegan de los estados en manos demócratas. El gobernador de Maryland, el republicano Larry Hogan, ha acusado a Trump en una tribuna de dejar a los estados a su suerte y, peor aún, entorpecer sus intentos de dotarse de medios para luchar contra la Covid.
Preguntado por estos problemas, Trump replicó que el sistema de tests de Estados Unidos es “la envidia del mundo. Nos llaman por teléfono y nos dicen que qué trabajo tan increíble”. Si Europa no registra tantos casos, aseguró, no es porque la pandemia esté mejor controlada sino porque no hacen tantas pruebas de diagnóstico, una afirmación dudosa. Han aumentado rápidamente, pero el Reino Unido por ejemplo hacen más tests per cápita y España realiza ahora casi tantos como EE.UU., y el problema es que la tasa de positivos ha crecido muy por encima del aumento de pruebas, lo que indica que la enfermedad sigue avanzando.
“Muchos de esos casos son jóvenes que se curan en un día”, son casos que ni debería considerarse como tales porque “se curan automáticamente”, insistió a pesar de las advertencias de los epidemiólogos sobre los riesgos que plantean todos los contagios para la transmisión comunitaria del día. “Al final tendré razón, el virus un día desaparecerá”, insistió Trump enfrentado a sus múltiples declaraciones desdeñando las medidas de contención.
El gobernador de Georgia denuncia a la alcaldesa de Atlanta al obligar la mascarilla
Dar una orden nacional para hacer obligatorio el uso de la mascarilla no entra en sus planes. “Quiero que la gente tenga cierta libertad y no creo en ella, no”, dijo, escéptico respecto a la afirmación del director del Centro de Control de Enfermedades Infecciosas de que se podría poner bajo control la epidemia en cuatro o seis semanas y salvar miles de vidas si todo el mundo usara la prenda.
Su desdén hacia la prenda es contagioso. En Florida, nuevo epicentro de la pandemia en el país, su uso sigue sin ser obligatorio y en Georgia, el gobernador republicano, Brian Kemp, ha denunciado a la alcaldesa de Atlanta, la demócrata Keisha Lance Bottoms, por exigir su uso en los espacios públicos de la ciudad donde no pueda mantenerse la distancia. El sur del país se ha convertido en la nueva zona de propagación del virus en Estados Unidos, que hasta la fecha ha registrado 3,7 millones de contagios y 140.000 muertes.