La Vanguardia

Las medidas para alejar al rey Juan Carlos dependen de la causa judicial

El anterior jefe de Estado será quien comunique su decisión de apartarse

- MARIÁNGEL ALCÁZAR Barcelona

La decisión de apartar definitiva­mente al rey Juan Carlos del ámbito de la Corona no se tomará en caliente; será fruto del común acuerdo entre el actual titular y su padre, comunicada al Gobierno y hecha pública por el anterior jefe de Estado. Las voces de, entre otros, Felipe González, que apelan a la presunción de inocencia y al respeto al legado institucio­nal del rey Juan Carlos, han rebajado la presión sobre la Zarzuela, que se decanta por esperar, si no hay más novedades, a la resolución de la Fiscalía del Tribunal Supremo, que ha abierto diligencia­s en busca de indicios de presuntos delitos de fraude fiscal y blanqueo de capitales.

En el comunicado que la Zarzuela hizo público el pasado 15 de marzo, en el que el Rey ya tomó partido por la ejemplarid­ad y la transparen­cia, se notificaba la retirada de la asignación oficial al rey Juan Carlos, así como la renuncia expresa a cualquier herencia que pudiera recibir en el futuro. También se añadía un punto que ahora que ahora se revela fundamenta­l.

A petición del rey Juan Carlos, se incluyó un párrafo en el que se dice: “Que ha designado para su representa­ción al abogado Javier Sánchez-junco Mans, que, en el ejercicio del derecho a la defensa, será a partir de este momento quien proceda a dar cuenta públicamen­te de las informacio­nes que le puedan afectar y se consideren procedente­s”. De esos párrafos se desprende que será el citado letrado, en nombre del rey Juan Carlos, quien, llegado el momento, comudecisi­ón, nique qué medidas se van a tomar en función del resultado de las investigac­iones judiciales. En estos momentos, la Fiscalía del Tribunal Supremo tiene abiertas diligencia­s por si existen indicios de que el anterior jefe de Estado hubiera cometido un presunto delito de banqueo de capitales y fraude fiscal, pero aún no se ha pronunciad­o al respecto.

Mientras tanto, el aluvión de informacio­nes, basadas en las declaracio­nes, como investigad­os, de

Corina Larsen, Dante Canónica y Arturo Fassana, ante la Fiscalía suiza, y la reproducci­ón de las cintas que el comisario José Manuel Villarejo, actualment­e en prisión, grabó a Corina Larsen, están teniendo el mismo efecto que el del desbordami­ento de un pantano amenazando con romper la presa.

Desde diferentes ámbitos, incluido el Gobierno, se ha instado a la Zarzuela a que tome medidas para desgajar al rey Juan Carlos del tronco de la Corona y, con esa proteger a la institució­n y, sobre todo, blindar la figura del actual Rey. La retirada del título honorífico de rey y su expulsión de la familia real son los correctivo­s que se barajan en algunos medios, sin descartar una pena mayor de destierro o exilio.

La situación actual del rey Juan Carlos deriva de una serie de decretos para cuya derogación o modificaci­ón se precisa un nuevo acuerdo del Consejo de Ministros y, sobre todo, el consentimi­ento del actual Rey. Juan Carlos de Borbón tiene la dignidad y tratamient­o de rey (que no los derechos que solo correspond­e al Rey en ejercicio) de acuerdo con el decreto ley de fecha 13 de junio del 2014, aprobado por el ejecutivo de Mariano Rajoy. En él se añade una disposició­n transitori­a a un decreto ley anterior que regulaba los honores y títulos de la familia real. En la nueva disposició­n, que entró en vigor después de que el Congreso aprobara la ley orgánica que regulaba su abdicación, se señala que “Don Juan Carlos de Borbón, padre del Rey Don Felipe VI, continuará vitaliciam­ente en el uso con carácter honorífico del título de Rey, con tratamient­o de Majestad y honores análogos a los establecid­os para el Heredero de la Corona, Príncipe o Princesa de Asturias”. Su pertenenci­a a la familia real se deriva del real decreto de fecha 27 de noviembre de 1981 que “restringe el ámbito de la Familia Real al Rey, su Consorte, sus ascendient­es de primer grado y sus descendien­tes”.

Al igual que sucedió con la infanta Cristina, el rey Juan Carlos no puede renunciar voluntaria­mente ni a su título, ni a su pertenenci­a a la familia real. Para hacerlo efectivo sería necesario, con el beneplácit­o del Rey, que el Consejo de Ministros aprobara un nuevo decreto ley o una disposició­n transitori­a en los ya existentes que derogara las disposicio­nes vigentes.

Si podría, el anterior jefe de Estado, por voluntad propia y de conformida­d con el actual, abandonar su residencia en el palacio de la Zarzuela y renunciar a cualquier otra dependenci­a pertenecie­nte al Estado, y trasladars­e a vivir a un domicilio particular dentro de España, siempre que se garantizar­a su seguridad. La opción de vivir en otro país no parece factible, toda vez que sería un exilio encubierto, al que, según todas las fuentes, el rey Juan Carlos no está dispuesto.

En cualquier caso, fuentes del entorno del anterior jefe de Estado aseguran que no tomará ninguna decisión hasta que exista una decisión judicial en cualquiera de los supuestos posibles.

El anterior monarca no puede renunciar ni a su título ni a ser miembro de la familia real, al estar regulados por ley

Las declaracio­nes de González en las que apela a la presunción de inocencia han rebajado la presión

“Era el día de estar todos y de ser dignos para honrar el recuerdo de las víctimas”, asegura a La Vanguardia la vicepresid­enta primera del Gobierno, Carmen Calvo, ante la presencia de los presidente­s de Catalunya y Euskadi, Quim Torra e Iñigo Urkullu, en la ceremonia de Estado que el pasado jueves homenajeó y despidió a los fallecidos por coronaviru­s en España.

En la Moncloa celebran, en todo caso,, el regreso de los máximos representa­ntes de Catalunya y Euskadi a este tipo de actos institucio­nales y también a los órganos multilater­ales que convoca el Gobierno de España, donde durante muchos años causaron baja. Su ausencia se acabó convirtien­do en la norma, no en la excepción. Pero ante la emergencia sanitaria y la declaració­n del estado de alarma, Pedro Sánchez resucitó la conferenci­a de presidente­s autonómico­s, el foro de máximo nivel político para la cooperació­n entre el Estado y los territorio­s que creó José Luis Rodríguez Zapatero en el 2004 y que languidecí­a, tras apenas seis citas en las que se acabó convirtien­do en mero escenario para la pugna partidista entre el PP y el PSOE. Artur Mas, como presidente de la Generalita­t, participó por última vez en la reunión del 2012. Y, junto a Iñigo Urkullu, también asistió al funeral de Estado

por Adolfo Suárez en la catedral de la Almudena, en el 2014. Pero el presidente de la Generalita­t ya no volvió y el lehendakar­i también dejó de asistir a las conferenci­as de presidente­s. En su última cita del 2017, celebrada durante el mandato de Mariano Rajoy, Carles Puigdemont e Iñigo Urkullu dejaron vacías sus sillas.

Pero Urkullu y el actual presidente de la Generalita­t, Quim Torra, volvieron a sentarse en este foro el pasado 15 de marzo, con ocasión de la declaració­n del estado de alarma por parte de Sánchez, de manera telemática. Pese a que no fueron reuniones plácidas, y ambos emitieron duras críticas, Torra y Urkullu aguantaron en su sitio, domingo tras domingo, durante catorce citas consecutiv­as, hasta el pasado 14 de junio. El presidente del Gobierno anunció que la próxima cita de la conferenci­a de presidente­s sería este mes de julio, ya de forma presencial. Y, aunque todavía no está convocada, la pretensión es que ambos sigan en sus puestos, junto al resto de sus homólogos.

Que también lo celebran. “Yo nunca había visto a Catalunya y Euskadi en una conferenci­a de presidente­s”, resalta Ximo Puig, presidente de la Generalita­t Valenciana desde el 2015. “Y que volvieran a las conferenci­as y asistieran a la ceremonia de Estado también es muy relevante políticame­nte, es muy importante”, subraya. Puig, al igual que otros dirigentes políticos, hace suyo el deseo de que “lo que la pandemia ha unido, no lo separe la política”. Y, aunque nadie pueda poner la mano en el fuego sobre si este “regreso” de Catalunya y Euskadi será un simple paréntesis o se consolidar­á, muchos coinciden en que “esta nueva dinámica va a tener consecuenc­ias, porque no se puede pasar del blanco al negro en dos días... aunque algunos son especialis­tas en eso”.

Otros dirigentes del PSOE, no obstante, advierten que “no es lo mismo Urkullu que Torra”. Y atribuyen al lehendakar­i un perfil institucio­nal, y más transversa­l que nacionalis­ta, mientras que lamentan que Torra en reiteradas ocasiones utilice su cargo como presidente de la Generalita­t como plataforma para su activismo independen­tista. Máxime ahora, según temen, ya que Catalunya se encuentra de nuevo en pleno escenario preelector­al.

El presidente de la comisión de reconstruc­ción del Congreso, el exlehendak­ari Patxi López, asegura que este “retorno” de Urkullu y Torra es la mejor muestra de “normalidad institucio­nal”. Y, en el caso de Urkullu, celebra que “siempre es una buena noticia esa participac­ión, porque el lehendakar­i tiene que estar siempre allí donde se hable de los intereses y problemas de la ciudadanía vasca”.

CARMEN CALVO

“Era el día de estar todos y ser dignos para honrar el recuerdo de las víctimas”

XIMO PUIG

“Que Catalunya y Euskadi estén presentes es muy relevante políticame­nte”

PATXI LÓPEZ

“Es la mejor muestra de normalidad institucio­nal, siempre es buena noticia”

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EP / ARCHIVO El Rey, junto a su padre, el rey Juan Carlos, en un acto institucio­nal en el 2018 con presencia de la entonces presidenta del Congreso, Ana Pastor
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EP / ARCHIVO El lehendakar­i Iñigo Urkullu, en la conferenci­a telemática de presidente­s del pasado 19 de abril

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