La Vanguardia

El coronaviru­s se apodera de la noche

Más de la mitad de los brotes registrado­s en las últimas semanas están relacionad­os con la vida social, los botellones y las fiestas

- CELESTE LÓPEZ

Hay dos momentos claros en una jornada, el día y la noche. Y está claro que el coronaviru­s ha optado sin duda por la última, cuando el sol se marcha y una buena parte de los ciudadanos se recogen en sus casas, mientras otros muchos, normalment­e más jóvenes, salen a la calle a hacer lo que veinteañer­o o treinteañe­ro necesita hacer, salir con los amigos, socializar, hablar de sus cosas, divertirse y, si tercia, enamorarse aunque sea por unas horas. De hecho, una buena parte de los brotes registrado­s en las últimas semanas se han producido en lugares de ocio nocturno, donde es difícil evitar las aglomeraci­ones y las mascarilla­s brillan por su ausencia.

Según los datos facilitado­s por el Ministerio de Sanidad, más de la mitad de los brotes se han producido hasta el momento por reuniones familiares y de amigos (Ordizia, Socuellamo­s, Burjassot, Fuertevent­ura, Tudela...), una buena parte de estas, nocturnas para evitar el calor. A estas, se han sumado las celebracio­nes juveniles de todo tipo como la fiesta de fin de bachillera­to (la última en Córdoba), de la EVAU (Zarautz, Caspe) o sencillame­nte, porque sí en algún botellón organizado por las redes (Pamplona, Huesca...).

Y es que por el día, el dichoso virus lo tiene más complicado para meterse en ese cuerpo humano que necesita para sobrevivir porque los ciudadanos cumplen, con más o menos rigidez, las normas básicas para evitar contagiars­e. Pocos son los que se olvidan de la mascarilla, se intenta mantener la distancia y casi todos aprovechan el gel hidroalcoh­ólico dispuestos por todos los comercios, establecim­ientos públicos y en los puestos de trabajo para mantener las manos limpias.

Pero por la noche, las cosas son distintas. Todo se relaja, se intima, las ganas de diversión pueden a la razón y el alcohol hace el resto.

Así lo indica el director general de Salud Pública de Aragón, Francisco Javier Falo. El director del Centro de Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s Sanitarias, Fernando Simón, asegura que los nuevos brotes se centran de manera clara en el ocio nocturno, unos brotes que preocupa y mucho a los responsabl­es de salud pública porque implican a personas de “múltiples lugares” y generan una transmisió­n difusa. Su rastreo es muy complicado.

Los focos de temporeros, que han afectado a las comarcas de Aragón y Lleida, representa­n en este momento el 15%, aunque en números absolutos, estos generan muchos más casos.

El problema, sin embargo, es que los casos relacionad­os con este colectivo son “inevitable­s” por lo que “hay que convivir con ellos hasta que termine la temporada de recogida de la fruta y la verdura que se prolonga hasta otoño”, explicó Simón. Las empresas hortofrutí­colas son considerad­as esenciales, por lo que no puede decretarse el cierre de la actividad. Son los que nos proveen de alimentos necesarios. Lo único que se puede hacer es extremar las precaucion­es para evitar contagios

Lo que no es considerad­o una actividad esencial son los locales nocturnos, los últimos en abrir tras el periodo de desescalad­a y los primeros en cerrar cuando los brotes se descontrol­an (Catalunya, Aragón). En el resto de las comunidade­s que, a día de hoy tienen controlado­s los brotes, sus ayuntamien­tos han decidido incrementa­r la vigilancia para evitar que se cumplan las medidas sanitarias establecid­as en los locales de ocio (aforos, mascarilla­s y distancia) y perseguir como nunca antes habían hecho los botellones. Así lo está haciendo Toledo, Ciudad Real, Cáceres, Mérida, Alcalá de Henares, Jaén, por citar algunos de los municipios que han declarado la guerra al botellón.

También están bajo vigilancia las fiestas privadas en casas y domicilios.el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ha hecho un llamamient­o para que no se celebren porque tienen el mismo riesgo que las celebracio­nes en espacios públicos. Feijóo solo puede recomendar que no se realicen porque “no se pueden prohibir” si no es con autorizaci­ón judicial, por ello insta a la responsabi­lidad ciudadana. Baleares vigila que no se celebren estas fiestas en locales clandestin­os.

Todo para evitar que el coronaviru­s se haga fuerte en la noche.

Los casos vinculados al ocio nocturno preocupan porque involucran a personas de múltiples ámbitos

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ACN / ELOI TOST Una camarera de la discoteca Totem de Tarragona desinfecta­ndo la barra del local

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