Llegan los parques fotovoltaicos compatibles con cultivos agrícolas
En marcha una inversión de 20 millones en tres instalaciones solares en Catalunya
Algunas voces han señalado la incompatibilidad de los proyectos de parques solares fotovoltaicas con los terrenos agrícolas. Desterrar este imaginario es, precisamente, lo que persigue una iniciativa promovida por la empresa de desarrollos solares Green Concept Management, que impulsa la construcción de tres instalaciones fotovoltaicas que buscan aunar y reconciliar estas dos actividades.
Dos de los parques previstos se sitúan en Juià (Gironès) y un tercero en Folgueroles (Osona). La inversión total programada es de unos 20 millones de euros, y la producción eléctrica planificada equivaldría al consumo energético de unos 12.000 hogares. El plan es marcha es un claro exponente de la buena acogida dispensada por el mundo empresarial a la nueva normativa catalana sobre energías renovables (noviembre del 2019), destinada a allanar el camino a estas fuentes de energía limpia. Actualmente, los promotores pueden impulsar estos proyectos sin necesidad de depender de las ayudas oficiales. El abaratamiento de costes permite garantizar la rentabilidad solo con la retribución obtenida por la venta de la energía a la red.
En este caso, el elemento más singular de la propuesta es la voluntad de integrar el equipamiento energético en el medio rural. “En la franja de terreno entre paneles solares se pueden mantener determinados cultivos como lechugas, alcachofas o cebollas. Incluso, hemos previsto que pueden servir también para otras actividades, como cuidar gallinas, ovejas o instalar paneles para abejas”, dice Guy de Maillé, responsable de Green Concept. Otra premisa es la idea de aprovechar preferentemente los suelos que hayan sufrido cierta degradación paisajística (zonas junto a tendidos eléctricos, autopistas o zonas industriales). Los promotores pagan a los dueños de los terrenos alquilados un canon de 3.000 euros por hectárea al año para disponer del lugar.
Además, para ganarse su confianza, ofrecen una participación financiera de 1.500 euros por MW al año a la cooperativa agrícola más cercana al lugar, con el fin de ayudar a los agricultores a promover la agricultura ecológica. Y, finamente, están abiertos a una posible participación de los ciudadanos interesados en el proyecto. “Los vecinos tendrán una rentabilidad del 8% de la inversión que hayan hecho”, señala Guy de Maillé. Este tipo de proyectos buscan abrirse camino en la medida en que reconocen las actividades agrícolas, mejoran las rentas de los agricultores e implican a las personas que viven en estas localidades, señala el promotor. “No se pueden hacer estos proyectos sin implicar a los actores del territorio”, resume.
“No se trata de que el mundo agrícola promocione las energías solares fotovoltaicas, sino que debe ser la industria fotovoltaica la que debe ayudar a resucitar y hacer resurgir un sector con una actividad esencial y olvidado, como es la agricultura”, sentencia De Mailé. Los promotores dan plenas garantías de desmantelamiento (desmontaje, reciclaje de componentes y restauración de los terrenos) tras acabar la explotación. Una vez hayan sido encarrilados los proyectos, éstos quedarán en manos de capital alemán (7C Solarparken).
Los proyectos, que ya no precisan ayudas, permiten compensar al payés y están abiertos a la población