La Vanguardia

“Los forladys que rebosan”

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Vuelvo a tener la despensa llena. Ya sé que en los pisos ya no hay despensas, pero sí hay armarios para guardar comida, sobre todo conservas y lo que se conoce como alimentos no perecedero­s, de larga caducidad. Contemplo la despensa y me siento como Martirio cuando cantaba las Sevillanas de los bloques y volvía cargada del híper: “El ascensor, se ha roto el ascensor, / ¡ay, cómo pesan las bolsas, / pero qué gusto da ver / los forladys que rebosan!”. Ya volvemos a tener provisione­s para otro confinamie­nto.

La canción de Martirio ya tiene unos añitos y por eso la mitad de la sociedad –por debajo de los cuarenta años, para poner una bisagra– no saben qué son los forladys. Forlady es una marca registrada de muebles de cocina, muy populares el siglo pasado, cuando la formica y otros materiales modernos sustituyer­on a la insustitui­ble madera. Los muebles Forlady, signo de modernidad en su momento, se fabrican en la empresa Móstoles Industrial (Moinsa), y vieron el inicio del declive de su reinado cuando irrumpió Ikea a finales del siglo XX.

Hoy, si hubiera que reescribir las Sevillanas de los bloques, quizá la cantante Martirio haría aparecer los muebles de la empresa sueca en lugar de la de Móstoles, a pesar de que los bloques, los edificios dormitorio del extrarradi­o de las grandes ciudades que salieron como setas en los años sesenta y setenta, siguen en pie. La formica, ese material con que se cubren los muebles y que imitaba la madera y ahora luce todos los colores, también proviene de una marca registrada.

En las repisas del estudio ya no me caben más libros. Algunos no los leeré nunca, ya lo sé, pero me gusta saber que están. Y esta semana, con la mascarilla en la cara y con el gel en la bolsa, volveré a salir a comprar provisione­s para la mente. Recorreré las librerías, hablaré con los libreros y volveré cargado de alimentos para el magín que no caducan. La cocina y la cultura son lo que más nos ha ayudado a no volvernos locos durante el confinamie­nto. Si ahora viene otro, que me coja con los estantes que rebosan, con todos los libros que hoy son noticia, para poder leerlos, soñar, viajar, pensar y ser feliz.

Con forladys o con ikeas, el verano se presenta complicado: la sanidad volverá a estar al límite y la cultura seguirá siendo la cenicienta. Playas llenas y teatros vacíos. Se ve que las birras son inofensiva­s y los libros van cargados de virus... Aunque el hada venga “con su chándal y sus talones, arreglá pero informal”, que venga y que haga el milagro de salvar la cultura. Los artistas también están en el UCI y necesitan cuidados intensivos para sobrevivir.

El verano se complica, la sanidad volverá a estar al límite y la cultura seguirá siendo la cenicienta

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