El Celta se salva, el Leganés desciende y el Granada, a Europa
Los vigueses no son capaces de ganar pero aprovechan el empate del Leganés
El Celta jugará el año que viene en Primera División. Lo hará por demérito de sus rivales, Espanyol y Leganés, más que por mérito suyo. No fueron capaces sus contrarios de darle la puntilla en una noche de infarto en la que volvieron a tambalearse en la máxima categoría. Recluido en su propia caverna platoniana, los de Òscar García Junyent fueron en Barcelona un equipo errático, incapaz de ayudarse a sí mismo y condicionado por su reconocido sentimiento de culpabilidad tras un terrible final de temporada. Sólo la perenne desgracia este curso del Espanyol, que fue muy superior en el partido pese al 0-0 final, y la oportuna ayuda del Real Madrid, que frenó al Leganés (2-2), permitió a los vigueses lograr el premio que no tendrá el ya desahuciado equipo perico. Rufete se despide del banquillo después de sumar un punto de 27 posibles.
Un histórico que ya estaba en Segunda se enfrentó a otro que necesitaba la victoria para evitar el sorpasso in extremis del Leganés. Un dato para la reflexión del equipo perico, ya que con un mejor paso en las últimas jornadas, similar al menos al del conjunto madrileño, bien habría podido estar en una disyuntiva mucho más positiva en la última jornada.
Quiso Rufete mandar un mensaje hacia el futuro y en el último partido en Primera del club blanquiazul tras 26 años alineó a hombres con ADN perico. Muchos de ellos, como Melendo, Pol Lozano o Melamed, además de ser el futuro de la entidad, deberán ser protagonistas el año que viene en Segunda División.
Llegaba el Celta al RCDE Stadium con la soga al cuello. Con la sensación de que sus propios errores le hacían vivir una situación extrema ante un rival muy incómodo. Òscar García Junyent, renovado hace dos semanas cuando la permanencia parecía hecha, no pudo contar con buena parte de sus jugadores más talentosos. Ni Rafinha, ni Nolito, ni Denis Suárez estuvieron en un partido a vida o muerte.
El equipo vigués fue un manojo de nervios de principio a fin. El Espanyol, al contrario, jugó con mayor alegría y desparpajo. Después de ocho derrotas consecutivas los pericos no salieron a hacer prisioneros, querían aprovechar los nervios del rival y romper una racha históricamente negativa. Las ocasiones tardaron en llegar, pero siempre fueron locales. En todas tuvo protagonismo Wu Lei, tan oportuno como desacertado.
Mereció más el Espanyol, que fue capaz de marcar tras un buen disparo de Embarba desde la frontal, pero el gol no subió al marcador porque el balón golpeó en el árbitro previamente. En una escena propia del camarote de los hermanos Marx, el colegiado Cordero Vega tuvo que ir al VAR para certificar que el balón había golpeado en él.
La noche de transistores había comenzado con el Leganés a un punto de los vigueses. Se exigían los madrileños una victoria contra el Real Madrid, ya campeón. Las noticias de Butarque, 1-1 al descanso, no hicieron sino incrementar la tensión en los vigueses, que en el segundo tiempo incrementaron la presión. Se estiraron los vigueses y comenzó a aparecer Iago Aspas, el clavo ardiendo al que lleva años agarrándose el equipo gallego.
La necesidad se transformó en virtud y el Celta encontró arrestos para llegar a la portería rival, pero no para perforarla. En Leganés el equipo de Aguirre ponía el empate a dos ante el Madrid y elevaba la tensión. Aspas y Yokuslu rozaron el gol antes de que el Toro Fernández no rematase ante Oier con todo a favor. No pudo el Celta, tampoco el Leganés. Pero los vigueses seguirán un año más en Primera.
TERRIBLES NÚMEROS Rufete se despide como técnico de Espanyol después de sumar un punto de 27 posibles