Egipto, dispuesto a enviar tropas a Libia pese a la presencia militar turca
Ofensiva de Trípoli para arrebatar Sirte y los campos de petróleo al mariscal Haftar
Egipto tomó ayer una decisión drástica respecto a Libia, tan drástica como arriesgada. Por deseo del presidente Abdel Fatah al Sisi, el Parlamento egipcio autorizó el despliegue de tropas en el país vecino. Naturalmente, por cuestiones de “seguridad nacional”, según la versión oficial, y con el objetivo de –siguiendo esa misma retórica– combatir a las “milicias criminales” y los “grupor terroristas extranjeros” en el “frente occidental” libio.
Dicho en otros términos, se trata de apoyar directamente a las fuerzas del mariscal Jalifa Haftar ante la ofensiva que están preparando las milicias leales al gobierno de Trípoli (reconocido internacionalmente) para recuperar la ciudad costera de Sirte, que constituye la llave de los yacimientos y las instalaciones petroleras más importantes de Libia.
Sirte, la ciudad mimada en su día por el coronel Gadafi (nació y creció en sus alrededores, y trató de convertirla en una gran capital africana) ha cambiado muchas veces de manos en la interminable guerra libia, desde el 2011.
El pasado sábado, el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) empezó a mover unos 200 vehículos artillados en Misrata y en dirección a Tawerga, a un tercio de la distancia total hasta Sirte. El GAN ha recuperado el territorio perdido en los catorce meses de campaña (tremendamente frustrada) de Haftar para apoderarse de Trípoli, y lo ha hecho en buen medida gracias al apoyo de Turquía.
Y el factor turco es precisamente lo que pone en cuestión la iniciativa egipcia de ayer. De un modo u otro, aunque sea a través de terceros, Abdel Fatah al Sisi y Recep Tayyip Erdorgan se van a enfrentar en Libia.
Por extraño que parezca, ayer mismo Donald Trump habló por teléfono con Abdel Fatah al Sisi y con Emmanuel Macron de la necesidad de un alto el fuego y de evitar una escalada en Libia, según la agencia Reuters. La Administración Trump hace tiempo que delegó el dossier libio en Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, permitiendo a la vez que Jalifa Haftar recabara apoyo militar de Rusia. Eso no es óbice, sin embargo, para que se denuncie la intervención rusa; ultimamente, el envío de aviones a la base aérea de Jufra, procedentes de Siria, para apoyar a los contratistas o mercenarios rusos que apoyan a Haftar.
La compañía nacional de petróleo libia –NOC, Libya’s Nacional Oil Corporation– demandaba precisamente el sábado la retirada de sus instalaciones de todos los mercenarios, rusos, sirios y sudaneses. Al parecer, milicias diversas, leales todas ellas a Haftar, se han enzarzado en enfrentamientos entre sí en las instalaciones petrolíferas de Brega, cuando se supone que su cometido es garantizar su seguridad. La NOC ha pedido a Naciones Unidas que envíe observadores para supervisar la desmilitarización de dichas instalaciones (cosa que la entidad internacional no está en absoluto en condiciones de poder satisfacer) y ha aprovechado para acusar a los Emiratos Árabes Unidos de haber instruido a las fuerzas leales a Haftar para impedir la producción y la exportación de crudo. Pero, desde luego, la ONU no está en capacidad de satisfacer semejante demanda.
Francia, Italia y Alemania hicieron el sábado una declaración conjunta amenazando con sanciones a aquellos países que sigan violando el embargo de armas decretado por la ONU en el 2011. El texto, firmado por Angela Merkel, Emmanuel Macron y Giuseppe Conte, “apela” a “todos los actores extranjeros a cesar en sus interferencias y respetar el embargo de armas establecido por el Consejo de Seguridad”. Ni el lenguaje
Trump habla con el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, y con Macron para evitar una escalada
ni las buenas intenciones son nuevas.
La representante especial interina del secretario general de la ONU en Libia, Stephanie Turco Williams, dijo el pasado domingo en Argel que ya es “hora” de encontrar una solución al conflicto libio, que dura ya nueve años, y permitir a los libios que se embarquen en un proceso político mediante el diálogo. En su declaración a la prensa argelina tras ser recibido en audiencia por el presidente Abdelmadjid Tebboun, la diplomática estadounidense expresó la “preocupación” del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, sobre la situación en Libia y su llamamiento a las fuerzas extranjeras para que detengan su interferencia en este país.