Resistencia y colaboración
Alo largo de la historia los hombres y las mujeres se han visto obligados a elegir entre resistirse al poder o colaborar con él. El dilema se solía saldar en función del carácter de las personas pero también dependiendo de sus intereses. El nuevo tiempo al que asistimos nos ofrece la oportunidad de compatibilizar resistencia y colaboración. Resistencia contra aquellos que, bajo el amparo de una crisis, buscan cambiar el mundo y colaboración con aquellas entidades políticas que hacen prevalecer la escala humana al abordar los problemas. Colaboración con el despliegue tecnológico como resultado de nuestras ideas y nuestra creatividad y resistencia hacia una tecnología que aísla al hombre y su causa.
Atrincherarse ya no es una opción, como tampoco lo es un retorno al bosque para librarse de los monstruos de las ciudades o colaborar ciegamente con aquellos que utilizan nuestra ceguera para sus propósitos.
El miedo precisa la división entre los que quieren resistirse a los cambios y aquellos que quieren colaborar con ellos para expandirse. Se trata de volver a activar un sentido crítico con lo que estamos viviendo siendo, a la vez, capaces de poder colaborar entre nosotros para salir lo mejor posible de la crisis sanitaria y económica en la que estamos inmersos. Sin la colaboración entre la comunidad científica, la vacuna estaría más lejos de conseguirse y sin la resistencia a la confusa comunicación del Gobierno de la Generalitat, a la hora de recomendar restricciones, perderíamos toda capacidad de crítica para afrontar la realidad.
Los cambios a los que asistimos ya no pueden afrontarse desde posiciones extremas e irreconciliables. Deben ser flexibles y abiertas. Se hace determinante fortalecer la alianza entre resistencia y colaboración ante los cambios a los que estamos expuestos, ya que mutan constantemente y nunca acaban de definir el momento que vivimos. La respuesta debe ser actuar en esa doble dirección.
La época de las divisiones desplegadas al inicio del siglo XX con las ideologías totalitarias requería que los hombres se definieran en sus extremos. Ahora, la tiranía de la Covid-19 solo puede batallarse si se activa la colaboración política, económica, cultural y social y poniendo en marcha mecanismos de resistencia contra aquellos que solo buscan beneficio político.