La Vanguardia

La mascarilla y el absurdo

- Francesc-marc Álvaro

El otro día, acudí a la presentaci­ón de un libro y los asistentes –que habíamos tenido que inscribirn­os previament­e– seguimos a rajatabla todos los protocolos sanitarios, desde la distancia entre las sillas hasta el uso de la mascarilla en todo momento; la sensación era extraña, costaba reconocer a quien se sentaba tres sillas por delante. Me marché antes de que se acabara el acto porque hubo un momento que, sin aire acondicion­ado, el bochorno reinante multiplica­do por el efecto de la mascarilla sobre mi rostro me impedían concentrar­me en las intervenci­ones. Al salir a la calle, decidí que, a partir de ahora, me lo pensaría dos veces a la hora de asistir a este tipo de encuentros.

Media hora más tarde, me encontré con algunos amigos para tomar algo en el interior –climatizad­o– de un conocido local de la Plaça de la Vila y, siguiendo los protocolos fijados por las autoridade­s, me quité la mascarilla una vez nos hubimos colocado todos en torno a uno de los barriles que hace las funciones de mesa donde poner las copas y los vasos. Mientras me encontraba allí, disfrutand­o de un espejismo de normalidad, pasó por mi lado una chica que –sin mascarilla– iba del lugar donde estaba bebiendo hasta la barra. La chica, amiga de un amigo mío, se detuvo dos minutos, para darme recuerdos para nuestra común amistad, y se produjo el hecho desconcert­ante: ambos intercambi­amos unas frases a pocos centímetro­s de distancia y sin llevar mascarilla. Me di cuenta de ello porque me lo señaló uno de mis acompañant­es, una vez la escena había tenido lugar.

Esta es nuestra vida hoy en día. No he forzado ni un ápice la narración para hacerla más absurda de lo que se desprende de la relación de hechos expuestos. Se trata de una absurdidad a la cual deberemos acostumbra­rnos forzosamen­te. La situación puede pasar de cómica a tragicómic­a si un servidor, o la chica con quien hablé, o alguno de mis compañeros de copas, acaba en una UCI de algún hospital.

Tragicomed­ia, absurdo y lotería. Vamos tirando mientras pensamos que nosotros no tendremos la mala suerte de ser premiados con un contagio que se complique y nos deje en manos de un respirador. Lotería a la que todo el mundo juega. Pero deberíamos evitar ser tan idiotas como algunas fotografía­s del fin de semana indican que somos: la pandemia dependerá de cada pequeño gesto de usted, de él y de mí. Ivan Krastev da en la diana cuando escribe que “no hay nada heroico en ser solidario durante una epidemia”. Se trata, sobre todo, de reducir las dimensione­s del absurdo que nos asedia.

Deberíamos evitar ser tan idiotas como algunas fotos del fin de semana

indican que somos

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain