Cuando el accompañamiento emocional aporta luz a la ELA
sclerosis lateral amiotrófica. ELA. O cómo tres palabras pueden cambiar una vida. Esta enfermedad neurológica llegó a la vida de Amelia Castresana un mes de enero, tras dos años de pruebas. Hasta entonces, era un torbellino dando clases en la Universidad de Salamanca. Tras más de cuarenta años dedicada a la enseñanza, ahora intenta mantener la cabeza “entera y firme”. Las ganas de luchar son la base de su nueva realidad.
Hace dos años notó que algo extraño le pasaba “y ya tuve la intuición de que iba a ser algo neurológico”. Finalmente, ELA. “Mis primeros pensamientos fueron para mi marido y mis hijas”. Su familia es vital para ella, junto con los amigos, la naturaleza, escribir y Ruth. Es la psicóloga del equipo de apoyo psicosocial del Hospital de Salamanca - Los Montalvos, que forma parte del programa de Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Fundación ”la Caixa”. “Ruth capta mis necesidades, percibe mis bajadas de ánimo y se ocupa de buscar las mejores soluciones”, explica.
Amelia se convirtió en una de las 182.000 personas beneficiarias de este programa que ofrece ayuda emocional, psicológica y espiritual y que se implementa en 132 hospitales de toda España y en 133 unidades de apoyo domiciliario, a través de 43 equipos de atención psicosocial (EAPS), formados por psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, médicos, agentes pastorales y voluntarios.
Recientemente, el Consejo de Europa reconocía a este programa como servicio ejemplar en la atención social y espiritual. Las cifras avalan sus éxitos. La atención psicosocial que ofrece llega a mejorar en 90% los síntomas del paciente en el ámbito anímico y psicológico. Y el 92% de los enfermos le dan buena nota a la atención recibida.
“Mi ilusión es poder seguir dando clases mientras pueda y escribir. Recientemente, he publicado un libro sobre el papel de la mujer en la época romana y en la actualidad. Escribir me sirve de terapia, al igual que el silencio y la paz que siento paseando por la naturaleza”, explica. Durante el confinamiento, ha podido salir a caminar por el bosque, autorizada por el EAPS y por su médico de cabecera. Ahora, como cada año desde hace más de media década, está instalada en Comillas.