La Vanguardia

La encrucijad­a de Europa

- Robert Tornabell Profesor emérito URL y exdecano Esade Business School

El primer ministro de Italia dijo que sin acuerdo se romperá el Mercado Único. No es probable que Holanda lo permita, porque más de un millón y medio de sus empleos dependen de la existencia de un mercado unificado. Pero conviene plantear las propuestas del líder y primer ministro de Holanda, Mark Rutte, y los países que se conoce como los cuatro frugales o los austeros.

Son Suecia, Austria, Dinamarca y Holanda.

El primer ministro de Holanda, Mark Rutte, tiene una posición delicada en su país porque en marzo del próximo año tendrá que hacer frente a unas elecciones generales en las que el populista y xenófobo Gert Wilders y Thierry Baudet, otro aspirante del populismo, podrían disputarle la mayoría si se mostrara demasiado blando y dejara de lado su euroescept­icismo, que tantos votos le dio en las últimas elecciones. No nos engañemos pues Bruselas es una plataforma electoral para Rutte.

Según The Economist, Rutte es un hombre flexible y si cediera a lo que pedían Italia y España, 750.000 millones de euros, 450.000 en subsidios y 300.000 en deuda pagadera con intereses, todavía le quedaría la posibilida­d de pedir a la UE una proporción sobre el presupuest­o de siete años de la UE-27. Eso sería en concepto de haber contribuid­o en exceso a los gastos de la Unión. De entrada, él ha planteado rebajar el fondo.

La cifra inicial de 750.000 millones surgió del acuerdo entre la canciller Angela Merkel y Emmanuel Macron. La primera, deja la política y abandona sus políticas de austeridad y los principios de presupuest­os generales sin déficit.

Es más, promovió que el banco público KFW concediera sin límite préstamos para reconstrui­r la industria alemana, ya fueran grandes empresas, o las pymes. Una especie de plan Marshall.

Holanda tiene una deuda sobre PIB de cerca del 73%, pero en las próximas elecciones Rutte tendrá que hacer frente al problema de las pensiones. Quizá por eso en el paquete de condicione­s del grupo de los cuatro se planteó algo que es una ofensa para Italia y para España: derecho de veto y examinar los cambios estructura­les en las políticas laborales y las pensiones.

Alguien podría haberle recordado a Rutte que Holanda inventó una complicada ingeniería financiera para que las grandes multinacio­nales pagaran menos impuestos, que no cobró la UE-27. Él no lo inventó, pero su país se beneficia del invento.

Rutte tiene una posición delicada en su país porque en marzo deberá medirse con la ultraderec­ha

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