La encrucijada de Europa
El primer ministro de Italia dijo que sin acuerdo se romperá el Mercado Único. No es probable que Holanda lo permita, porque más de un millón y medio de sus empleos dependen de la existencia de un mercado unificado. Pero conviene plantear las propuestas del líder y primer ministro de Holanda, Mark Rutte, y los países que se conoce como los cuatro frugales o los austeros.
Son Suecia, Austria, Dinamarca y Holanda.
El primer ministro de Holanda, Mark Rutte, tiene una posición delicada en su país porque en marzo del próximo año tendrá que hacer frente a unas elecciones generales en las que el populista y xenófobo Gert Wilders y Thierry Baudet, otro aspirante del populismo, podrían disputarle la mayoría si se mostrara demasiado blando y dejara de lado su euroescepticismo, que tantos votos le dio en las últimas elecciones. No nos engañemos pues Bruselas es una plataforma electoral para Rutte.
Según The Economist, Rutte es un hombre flexible y si cediera a lo que pedían Italia y España, 750.000 millones de euros, 450.000 en subsidios y 300.000 en deuda pagadera con intereses, todavía le quedaría la posibilidad de pedir a la UE una proporción sobre el presupuesto de siete años de la UE-27. Eso sería en concepto de haber contribuido en exceso a los gastos de la Unión. De entrada, él ha planteado rebajar el fondo.
La cifra inicial de 750.000 millones surgió del acuerdo entre la canciller Angela Merkel y Emmanuel Macron. La primera, deja la política y abandona sus políticas de austeridad y los principios de presupuestos generales sin déficit.
Es más, promovió que el banco público KFW concediera sin límite préstamos para reconstruir la industria alemana, ya fueran grandes empresas, o las pymes. Una especie de plan Marshall.
Holanda tiene una deuda sobre PIB de cerca del 73%, pero en las próximas elecciones Rutte tendrá que hacer frente al problema de las pensiones. Quizá por eso en el paquete de condiciones del grupo de los cuatro se planteó algo que es una ofensa para Italia y para España: derecho de veto y examinar los cambios estructurales en las políticas laborales y las pensiones.
Alguien podría haberle recordado a Rutte que Holanda inventó una complicada ingeniería financiera para que las grandes multinacionales pagaran menos impuestos, que no cobró la UE-27. Él no lo inventó, pero su país se beneficia del invento.
Rutte tiene una posición delicada en su país porque en marzo deberá medirse con la ultraderecha