La Vanguardia

Los vecinos siguen leyendo

Normalidad veraniega en el inmueble del Poblenou que se hizo famoso por su celebració­n de Sant Jordi en confinamie­nto

- XAVI AYÉN

Hace tan solo tres meses, los vecinos del número 51 de la Rambla del Poblenou se hicieron famosos. En pleno confinamie­nto, idearon una manera de celebrar el Sant Jordi. Su voluntad de festejar el día del libro y la rosa se impuso al cierre de librerías. En este inmueble se celebraron recitales poéticos en los balcones, se hicieron brindis y parlamento­s, se interpreta­ron conciertos de cámara (piano y trompa), hubo talleres de fabricació­n de rosas, aperitivos, banderas, luces de Navidad y hasta cánticos.

Lo que empezó como una cosa entre vecinos acabó siendo portada de La Vanguardia el mismo día 23 de abril, retransmit­ido en directo por television­es de ámbito estatal –como La Sexta, que envió allá sus unidades móviles–, además de portada de diarios británicos como The Guardian y noticia destacada en varios medios de Hong-kong, Corea del Sur y América Latina. Ante la expectació­n despertada –recordemos: en pleno confinamie­nto– tuvo que intervenir la Guardia Urbana porque se congregaba­n en la calle demasiadas personas para ver en acción a los vecinos del número 51, sobre todo en los conciertos que daba el vecino del tercero, el músico canadiense Pierre-antoine Tremblay, acompañado de Júlia Galbas, la pianista del primero, lo más parecido a la actividad del Palau de la Música que se dio en la ciudad durante aquellos días de encierro.

¿Qué ha sido de ellos tres meses después? ¿Celebrarán este peculiar Sant Jordi del 23 de julio? En el principal, el diseñador Josep Sarsanedas confiesa con media sonrisa que “yo me lo pasé mejor durante el confinamie­nto, hasta me hicieron una fiesta sorpresa de mi 70 cumpleaños en el balcón, de las cosas más emocionant­es que he vivido”. En todo este tiempo, “solo he bajado una vez al centro de Barcelona, para hacer una gestión”. No piensa, al igual que sus vecinos, hacer nada especial este 23 de julio, mas allá de dar una vuelta por el barrio. Con una vida laboral vinculada al Grup 62, recomienda las novelas de Joël Dicker, que se va leyendo por riguroso orden de aparición.

En el primero, Assumpta Bruguera, ya está preparando sus actividade­s teatrales y de clubs de lectura en diversas entidades del barrio, como el Centre Moral o el Espai Subirachs, al lado de la Sala Beckett. “Lo primero tal vez sea, en septiembre, un recital poético. Ya veremos en qué condicione­s, nos tenemos que reinventar, individual­mente y como sociedad”. Se acaba de leer Èxit de Roger Pera y Mar d’estiu de Rafel Nadal, que tiene dedicado porque “el autor improvisó unas firmas en la horchaterí­a El Tío Che”. Ha ido ya tres veces a su librería de barrio,

Etcètera, a abastecers­e. Afirma que, a raíz del confinamie­nto, “se ha creado un clima como de familia en a comunidad”.

Su vecina de enfrente, la artista plástica Neus Martín Royo, asiente. Para ella, el confinamie­nto ha sido enormement­e productivo. Ha colgado en Instagram imágenes de los cuadros que ha realizado durante el encierro: las calles vacías del Poblenou, bañadas en una luz hopperiana. Va a exponer su obra en Calonge pero la pillamos haciendo las maletas porque se va a Berlín, donde estudia su hija, la pianista de los conciertos. “Allí viven todo esto de manera diferente –comenta Galbas–, hacen mucho caso, todos levan mascarilla y guardan la distancia”.

En el tercero, a Tracey y Carlos les ha cambiado la vida. A ella le pilló el confinamie­nto en pleno viaje a su Inglaterra natal, en Northampto­n, con sus padres, y no pudo volver con su pareja en tres meses. Carlos le enviaba “fotos y ví

Sus actuacione­s de balcón en el Sant Jordi confinado congregaro­n a television­es y a la prensa internacio­nal

Neus Martín Royo, la pintora del primero, ha reflejado en cuadros las calles vacías durante los peores días

deos de toda la movida de los balcones”. Él es profesor de Pilates y ella de yoga y la pandemia les ha forzado a una vertiginos­a digitaliza­ción. “Hacemos los cursos por Zoom aunque ahora, al fin, ya hemos podido celebrar alguna sesión en el parque”, dice Carlos, quien también se ha implicado en labores del casal del barrio para la conservaci­ón de la flora y la fauna, a las que el confinamie­nto parece haber favorecido: murciélago­s, mirlos, tórtolas y una especie autóctona de abeja, entre otros insectos. También cultivan romero, tomillo y diversos tipos de flores que van a lucir para este Sant Jordi atípico de julio. “Nos asesora un técnico de Parcs i Jardins”, explica. Ha retomado el contacto con su madre, de 79 años, “que está un poco triste porque iba cada día a la sala Marabú a bailar y ahora la han cerrado para evitar contagios”.

El fotógrafo Vicenç Prats, en el principal, aún se ilusiona por lo que hicieron, sin darse cuenta: “Nos felicitaba la gente por la calle, ‘por todo lo que hacéis por el barrio’, ¡como si fuéramos una entidad cívica! El otro día, la camarera del 58, el bar-restaurant­e de enfrente, me dijo que las luces de Navidad que poníamos les alegraban la noche mientras servían mesas, que ahora estaban un poco más tristes... ¡y se las hemos vuelto a poner cada noche! Cuando las encendemos, nos saludan, es nuestro pequeño ritual”.

Hasta el confinamie­nto, algunos de los vecinos simplement­e se saludaban al pasar. Ahora se sienten más unidos. Hace unos diez días, en la azotea, celebraron su primera reunión presencial, una cena con todas las medidas de distancia social.

Coinciden en que no van a realizar actividade­s especiales de Sant Jordi en el día de hoy, en línea con las tres librerías del barrio, Etcètera, La Petita y Nollegiu. Los libros que compren, eso sí, será en esos establecim­ientos. “Los que compramos libros todo el año les dejamos Sant Jordi a los que solo compran un día”, comenta Assumpta.

Algunos de los vecinos de otras calles que pasan por delante del número 51 miran la fachada y comentan alguna cosa. saben que están ante una casa encantada y se preguntan cuál será la próxima cita. “El aviso de la policía –cuenta Vicenç–, que no era por nuestra actividad sino por la acumulació­n de público, nos hizo acentuar la precaución. Somos muy respetuoso­s con las normas, y todo lo que podamos hacer en el futuro siempre será de un modo en que nadie salga perjudicad­o”.

Carlos, del tercero, se ha implicado en proteger la fauna local: murciélago­s, tórtolas, mirlos y un tipo de abeja

 ?? XAVIER CERVERA ?? Los vecinos del número 51 de Rambla del Poblenou ya pueden salir a la calle, lo que aprovechan para invitar a la lectura
XAVIER CERVERA Los vecinos del número 51 de Rambla del Poblenou ya pueden salir a la calle, lo que aprovechan para invitar a la lectura

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