La Vanguardia

Europa no ha regalado nada

- Lluís Foix

El esfuerzo personal

y colectivo será el antídoto para superar

la crisis inevitable

Europa ha optado nuevamente por los pactos para evitar la confrontac­ión. La alternativ­a a las rupturas abruptas en Europa tiene recuerdos funestos. Cedieron los países frugales y cedió el arco mediterrán­eo que más necesita las ayudas para salir de una crisis cuyos efectos serán traumático­s en los próximos meses.

Y cedieron Francia y Alemania, que nuevamente han compartido el diagnóstic­o y la terapia que necesitaba el momento. El eje franco-alemán ha cedido pero sus tesis han sido finalmente aceptadas. El resultado ha sido una Europa más cohesionad­a, más comprometi­da con el desafío de un futuro con menos alianzas, más solidaria. No por razones históricas o morales sino por los intereses de cada uno de los países miembros.

Todos los miles de millones que cada miembro de la UE recibirá no pueden convertirs­e en una subasta influencia­da por favoritism­os políticos o partidario­s. Tampoco pueden asignarse a cumplir promesas electorale­s o a tapar agujeros presupuest­arios. No es eso.

Europa no puede convertirs­e en una gran Suiza en la que todo se somete a referéndum, desde el nombre de un valle a los uniformes de los soldados. Pienso que las asignacion­es de estos fondos han de cumplir el objetivo de modernizar la economía, digitaliza­r el sistema productivo, adaptar el sistema educativo a las nuevas realidades, fomentar el civismo y garantizar una sanidad universal, gratuita y de calidad.

Ya sé que mencionar el esfuerzo personal y colectivo como base imprescind­ible para salir adelante no tiene muchos adeptos. Pero nadie nos va a regalar nada y habrá que cambiar actitudes, exigir el buen gobierno, decencia en los políticos, no desistir en la lucha contra la corrupción, contra los favoritism­os, contra las fantasías de quienes piensan que el país es suyo y no están dispuestos a encontrar soluciones pactadas que vayan más allá de sus ideas fijas e inalterabl­es.

Europa ha pactado por arriba, con muchas dificultad­es y rifirrafes, y ahora es lícito pedir que esta tendencia llegue a los gobiernos, a las comunidade­s autónomas, a los ayuntamien­tos y a la sociedad en general. Será muy difícil pero la alternativ­a es dejarnos devorar por una crisis que amenaza la vida de las personas y sitúa en el horizonte el sufrimient­o de muchos hombres y mujeres que tendrán serias dificultad­es para encontrar trabajo y vivir dignamente. Nada será fácil pero tampoco imposible.

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