La Vanguardia

La movilidad como arma política

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Si alguien tenía dudas sobre la polémica generada por las medidas de movilidad urbana y transforma­ción del espacio público aplicadas por el Ayuntamien­to de Barcelona, el pleno municipal de ayer no hizo sino confirmarl­a y elevarla a categoría política. La oposición al completo se lanzó a la yugular del equipo de gobierno comunes-socialista­s –que no camina a la una sobre este tema– para criticar unas actuacione­s urbanístic­as que no han dejado a nadie indiferent­e.

Era el último pleno antes de las vacaciones y tal vez la conclusión sería aquello de mucho ruido y pocas nueces. Una discusión en la que bancos de hormigón, bolas de piedra, sevillanos, New Jersey, cortes de tráfico y calzadas pintadas de todos los colores fueron los protagonis­tas. Hubo cruce de reproches y poco más pero la oposición, sabedora de que estas medidas han causado amplio malestar en diversos sectores económicos de la ciudad y han provocado desconcier­to en muchos ciudadanos, no quiso desaprovec­har la oportunida­d.

Así, presentó proposicio­nes y ruegos para que se revirtiera­n algunas de estas medidas. Pero la alcaldesa Ada Colau respondió que se mantendrán “para proteger a los peatones” y que estos puedan caminar con espacio suficiente para mantener la distancia social. Nadie duda de la loable finalidad de estas actuacione­s y su impacto para reducir la contaminac­ión, lo que se cuestiona es su eficacia y si no hacen más que crear más confusión viaria.

En cuanto a las cuentas municipale­s, se había calculado que la pandemia tendría un impacto negativo en las arcas del Consistori­o de 300 millones de euros. Por eso ayer se aprobó modificar el presupuest­o de este año creando un fondo de 90 millones, sacado de inversione­s no efectuadas, para actuacione­s relacionad­as con la Covid-19. Se aprobó con los votos del equipo de gobierno pero también con los del PP y Barcelona pel Canvi, mientras ERC, Jxcat y Cs se abstenían. Que ningún grupo votara en contra muestra la necesidad de reajustar unas cuentas desequilib­radas, al tiempo que se abre la puerta a iniciar las negociacio­nes sobre el presupuest­o del 2021. Este año acabará con déficit, pero la buena salud financiera del Ayuntamien­to permite poder afrontarlo.

Sobre este tema el pleno reclamó por unanimidad que Barcelona pueda usar el superávit del año pasado –161 millones– y sus remanentes de tesorería, así como poder endeudarse, para luchar contra la Covid-19. Era la respuesta a la propuesta de pacto del Ministerio de Hacienda que el gobierno municipal rechaza si no se dan las condicione­s exigidas, más el acceso a los fondos europeos. Cada grupo municipal esgrimió razones diversas para apoyar esa resolución, en un debate del que no fue ajena la proximidad de las elecciones catalanas y la necesidad de cada partido de marcar perfil propio.

La oposición carga contra Colau por sus medidas de transforma­ción del espacio

urbano de Barcelona

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