Plan para seguir la ruta del temporero
El Gobierno anuncia un protocolo para frenar los contagios entre estos jornaleros que recorren toda España
Los temporeros no paran, ni con el coronavirus. Esos jornaleros del campo, que solo buscan ganarse la vida, siguen año tras año la misma ruta que les lleva a rincones de media España para estar siempre cerca de las explotaciones agrícolas en las que se precisa mano de obra. Cuando la campaña empieza a marchitarse en Andalucía, antes de la primavera, se desplazan al norte de España, principalmente al sur de Huesca y Lleida, para trabajar en la recolección de fruta dulce, como el melocotón, el albaricoque o la nectarina.
Y ahora muchos de esos inmigrantes que han trabajado en la campaña de la fruta de hueso están ya haciendo maletas para buscar empleo en campos de manzanos y perales, en comarcas como el Urgell o la Noguera, y también en Girona o la Catalunya Central. Después se embarcarán en otro viaje, entrado el mes de agosto, para trabajar en la vendimia. Eso les llevará a provincias como Barcelona o Tarragona, que aún no han visitado este año.
Los pasos de esos temporeros (alrededor de treinta mil) son seguidos ahora con especial atención por las autoridades sanitarias. Lo que no extraña tras la experiencia vivida en Lleida y Huesca, donde el control para evitar contagios entre esos jornaleros ha fracasado.
Las comunidades que van a precisar esta mano de obra las próximas semanas no esconden su preocupación por lo ocurrido en Aragón y Catalunya. Allí esos temporeros han sido señalados (ellos no tienen toda la culpa) como el origen de los primeros contagios comunitarios, extendidos después entre familias y grupos de amigos, que han obligado a confinar parte de esos territorios.
Una inquietud manifestada en dos reuniones telemáticas en las que autoridades de once comunidades autónomas (Catalunya, País Vasco, Andalucía, La Rioja, Murcia, Comunidad Valenciana, Aragón, Castilla-la Mancha, Navarra, Extremadura
y Castilla y León) han buscado asesoramiento y apoyo en el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas.
La última reunión por videoconferencia se celebró ayer. La intención de estos encuentros, se informa desde los dos ministerios, “es coordinar con ayuntamientos y comunidades autónomas un plan de acción para anticiparse al movimiento
El control habrá que aplicarlo ahora en las provincias de Tarragona o Barcelona durante la vendimia
de temporeros y prevenir así posibles brotes de COVID-19 en las campañas agrícolas futuras”. Bienvenida sea la media, aunque para algunas comunidades llegue ya muy tarde. Si las cosas se hacen bien a partir de ahora podría evitarse que la historia vivida en el sur de Huesca y Lleida se repita en otros territorios que van a ser testigos en los próximos días y semanas del desembarco de temporeros.
En el caso de la recogida de la fruta de hueso, el anuncio llega cuando la cosecha está a punto de finalizar. Así que los esfuerzos de este plan (el Gobierno anunció en la reunión de ayer que está preparando un protocolo) tendrán que centrarse en la recolección de la fruta de pepita (manzana y pera) y la campaña de la vendimia, a la que seguirá la temporada de la aceituna.
Los ministros Illa y Planas no aportaron detalles del protocolo que prepara el Gobierno para controlar mejor los movimientos de los temporeros y condiciones de vida y trabajo. Sí que apuntaron que las comunidades autónomas “tendrán que anticiparse y colaborar con las entidades locales para que, en contacto con los empresarios agrícolas y las organizaciones sectoriales, puedan disponer de los alojamientos necesarios para acoger a las personas trabajadoras y de transporte con garantías sanitarias”. El hacinamiento en pisos y albergues y las furgonetas llenas de temporeros en las rutas de los pueblos a los campos son, como ha quedado demostrado, el mejor caldo de cultivo para la propagación del virus.