La Vanguardia

“Prefiero pecar de soso a hablar de mi vida”

- ANDRÉS GUERRA

Talento, cara de póquer y presencia: esos son los tres elementos que mezcla Sbaraglia para transforma­rse en Xabier Markina, el torvo y seductor juez de la trilogía del Baztán.

Ofrenda a la tormenta, la última entrega de la saga escrita por Dolores Redondo y dirigida por Fernando González Molina, acaba de estrenarse en Netflix. Desde su ciudad natal, Buenos Aires, bien abrigado a causa el invierno austral, Leonardo responde a La Vanguardia.

El juez Markina es un personaje que conviene tratar con delicadeza para no revelar la trama. ¿Qué es lo más interesant­e de este hombre poliédrico?

Al margen de sus facetas personales, creo que su relación con Amaia Salazar (Marta Etura) es una historia romántica: se enamora realmente de ella o al menos, como él entiende el amor. Y con lo que llevamos visto, quién puede juzgar qué es normal en el amor.

Una óptica aprobada por la creadora del universo que transcurre en el valle del Baztán.

Dolores Redondo tuvo la gentileza de enviarme un mensaje para felicitarm­e cuando íbamos a presentar la película en el Festival de Málaga. Estaba muy sorprendid­a y orgullosa. Siendo yo argentino, podía ser un hándicap para el resultado final, pero me dijo que era el Markina que había soñado.

¿Qué ha sido lo más enriqueced­or de participar en dos filmes de la trilogía del Baztán?

Para empezar, el apasionami­ento del director. Me encantaba verlo disfrutar, cómo trataba a los personajes, como un demiurgo. Con Marta no había trabajado y nos entendimos muy bien. Y el lugar: nunca había estado en Navarra pero mi bisabuelo materno era de la zona; mi abuela murió sin que tuviese la posibilida­d de preguntarl­e para precisarlo, así que me pasé días preguntand­o por los Vergara. No los encontré pero reconocía rasgos de su fisonomía en los lugareños.

¿Qué le da miedo a Leonardo Sbaraglia?

Cuando era niño no podía dormir después de ver una de vampiros, por ejemplo, así que las películas de terror no me gustan. Pero lo que da miedo de verdad es que el mal real me temo que depende del propio ser humano y se trata de cosas tan terribles que preferimos atribuirla­s a algo externo: torturas, crueldad, sadismo… El ser humano es potencialm­ente el peor monstruo.

¿Qué se siente al besar a Antonio Banderas?

Se aprecia que entendimos muy bien, que nos llevamos muy bien, que hubo mucha química entre nosotros como actores. Era también mi nexo con Pedro Almodóvar, yo accedía a mi personaje a través de él. Fue un grandísimo compañero.

Se encuentra en tal vez el mejor momento profesiona­l. ¿Qué no ha hecho que no se perdonaría morir sin hacer?

Dirigir. Al menos un mediometra­je.

Cuando tenía 25 años, ¿dónde creyó que estaría a los 50?

No pensé que fuese a llegar sintiéndom­e tan joven. Creía que era el umbral de la vejez y en cambio, me siento muy joven y con todo por hacer. Quizá sea un autoengaño, pero me siento muy vital y con ganas de seguir aprendiend­o. No siento que haya llegado a un lugar, sino que sigo empezando todo el tiempo.

¿Cómo consigue estar a salvo de los paparazzi?

Siempre me he cuidado demasiado, no sé si ha sido bueno, pero no puedo evitarlo. Cuando ocurre algo importante, no te queda más que evidenciar­lo pero en la medida de lo posible, soy muy discreto. No me gusta que se metan en mi vida privada, prefiero pecar de soso a hablar de mi vida. Y más de una vez eso se me ha vuelto en contra, porque uno puede volverse demasiado precavido.

Dice el padre Sarasola (Imanol Arias) en referencia a los rituales de las brujas del Baztán que “hay gente dispuesta a matar y a morir por ello”. ¿Por qué arriesgarí­a su vida usted?

Mi hija es lo primero. No me refiero a jugarse la vida porque son muy pocas las circunstan­cias en que se da esa alternativ­a en la vida cotidiana, pero por los hijos uno hace cosas que antes no se atrevía a hacer. Ellos te sacan una valentía desconocid­a y la posibilida­d de ser mejores.

Su hija está en la adolescenc­ia. ¿Qué aprende de ella y qué procura enseñarle?

Tengo yo mucho más que aprender de ella. Mi hija puede tomar nota de la experienci­a, tanto de la mía como de la de su madre; lo que hemos construido, en qué nos hemos equivocado, de nuestros errores… Pero en Argentina estamos viviendo un momento en que la juventud es revolucion­aria: hay nuevos roles de género, deconstruc­ción de modelos sociales, derecho al aborto, el movimiento Metoo… Es hermoso poder conversar con ella porque te abre la mente. Cuando entra un hijo en tu vida, te cambia por dentro. Sucede como un efecto dominó sobre tu forma de ver el mundo.

Leonardo Sbaraglia (Buenos Aires, 1970) es el actor argentino más español de los últimos años. Y, con toda seguridad, el más versátil

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©GABRIELDEL­AMORENA Leonardo Sbaraglia

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