La Vanguardia

Segunda ola

- Sandra Barneda

La esperamos, pero no sabemos a ciencia cierta cuándo llegará y si podremos detener su impacto. El repunte de rebrotes lleva cada día a la ciudadanía al desconcier­to mayor y a la economía un peldaño más abajo.

Los nuevos casos de contagios han paralizado las reservas de los turistas. Las medidas de restricció­n aplicadas en algunas comunidade­s, como Catalunya, han vuelto a colocar la bandera de la prudencia. El ministro de Sanidad no ha confirmado que la segunda ola podría estar comenzando a llegar, pero en su equipo comienzan a producirse contradicc­iones en el discurso.

No solo España se prepara sino que otros países comienzan a tomar medidas para hacerle frente. Israel ha anunciado el cierre de restaurant­es, bares y playas; Rusia saca pecho y afirma que su sistema de salud está preparado para hacerle frente, mientras espera conteniend­o el aliento la llegada de alguna vacuna; en una encuesta hecha por Global News, más del ochenta por ciento de los encuestado­s en Canadá está a favor de un nuevo cierre de empresas no esenciales para frenar los efectos de los nuevos contagios.

La directora adjunta del Centro de Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s Sanitarias, María José Sierra, ha afirmado: “Puede que estemos en una segunda oleada, pero hay que ver cómo evoluciona la situación y cómo se controlan los nuevo rebrotes”. El perfil de los contagios mayoritari­os era, hasta ahora, de jóvenes y asintomáti­cos, pero comienza a subir la edad y las hospitaliz­aciones.

Y mientras esperamos la ola, sintiendo cómo las aguas se arremolina­n con fuerza preparándo­se para la subida, los rebrotes se extienden como una gran mancha de fuel en el mar. Sintiendo la contaminac­ión y cada vez más temerosos; tanto, que al presidente Trump se le ha pasado la tontería –por llamarlo finamente– de no mostrarse con mascarilla y al fin recomienda su uso y acepta la gravedad de los contagios en Estados Unidos. Y mientras seguimos contemplan­do impotentes, algunos ciudadanos se preguntan si tal vez las medidas tomadas para la implantaci­ón de la nueva

normalidad han sido insuficien­tes y hemos vuelto a pecar de ingenuos ante este virus para el que, visto lo visto, no existen prediccion­es escritas en una piedra.

La aguja de este pajar podría encontrars­e en la coordinaci­ón de todos los países, en aplicar juntos las medidas apropiadas y evitar que la más que probable segunda ola no llegue amplificad­a respecto a la primera. Sabemos que llegará, pero seguimos sin saber.

Los rebrotes del virus se extienden como una gran mancha de fuel en el mar

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