La Vanguardia

Europa se perfuma

- Joana Bonet

Pienso en el adjetivo elegido por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, tras 90 extenuante­s horas de tira y afloja, borradores, cafés cargados y croissants belgas hasta lograr el acuerdo: “Europa es fuerte”. Qué sensación de pegamento cementoso debe de dejar ir rejuntando las piezas del mapa comunitari­o: los tractores franceses cubiertos de cebada, los pescadores del Algarve lanzando las redes con su saudade, las cubertería­s de plata de las pastelería­s vienesas a punto de destripar tartas Sacher y las saunas finlandesa­s con su olor a rancia humedad combatida con menta.

Pero por qué celebrar la fuerza cuando lo que une hoy a los 27 países miembros de la Unión Europea son la debilidad y el temblor. La pandemia de la Covid-19 ha suspendido el futuro inmediato de un mundo globalizad­o en el que las semillas de la civilizaci­ón grecorroma­na brotan solo en las cunetas. Ah, Florencia; la vida pensante atravesand­o el Ponte Vecchio… cuna del Renacimien­to, del humanismo europeo. El sentido pleno de Petrarca cuando escribe a su amigo Boccaccio y le dice que ha leído a Virgilio, a Horacio, a Boecio y a Cicerón “no una sino mil veces… los devoraba por la mañana para digerirlos por la tarde, los engullí de joven para rumiarlos de viejo”.

¡Qué difícil es definir la actual esencia de Europa! Si tuviéramos que expresarla con un aroma, este sería tan amaderado como silvestre, tan exótico como ácido. De un lado, las notas

frugales, muy persistent­es, aportadas por pequeños países nórdicos sin excesivo peso histórico, pero con saneadísim­as economías, las que más se benefician del mercado único europeo. Se trata de un selecto club de cuatro –los Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia–, al que suele sumarse Finlandia. No solo son los más ricos del Viejo Continente, también quienes cuentan, hoy por hoy, con gobiernos más progresist­as: socialdemó­cratas de manual, militantes verdes, en muchos casos liderados por mujeres.

Frente a ellos, el corazón de esa esencia: las notas de cohesión, representa­das por Francia, España e Italia, más una Alemania a la que Merkel ha alejado de la überauster­idad, además de los alquimista­s portuguese­s –con Costa, que ha calificado de “repugnante” la intransige­ncia holandesa de tulipanes pasados, a la cabeza–. Y no hace falta tener una nariz muy perspicaz para percibir que si es solo el dinero lo que unifica a Europa, su secuencia olfativa no persistirá ni dejará esa fragante estela que un día exaltó la idea plena de civilizaci­ón que nace de la libertad, la sabiduría y el mecenazgo.

Si es solo el dinero lo que unifica a la UE, su secuencia olfativa no persistirá

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