La Vanguardia

Robots contra el Barça

- Sergi Pàmies

Un informe de la consultora Deloitte afirma que el Barça ha sufrido un ciberataqu­e masivo procedente de varias comunidade­s piratas. La intención: minar la reputación de la institució­n, como si el Barça no tuviera suficiente­s recursos propios para devaluar su prestigio. En este ocasión la arena del escándalo son las redes sociales. Entre los instigador­es de emboscadas de maledicenc­ia, falsedades y odios hay internauta­s reincident­es y bots impunement­e anónimos. Los bots son robots de ética abreviada programado­s para sumarse a causas susceptibl­es de tener una repercusió­n inmediata.

Deloitte ha contabiliz­ado 3.281 bots capaces de fabricar más de 25.000 menciones. Son menciones de una gran diversidad pero con la sospechosa conclusión de la crítica contra la directiva de Josep Maria Bartomeu y, como guarnición, contra el entrenador y algunos jugadores. La prosa del informe nos describe un mundo que hasta hace poco solo habríamos aceptado en un contexto de ficción y, en concreto, de ciencia ficción. Pero la realidad parece tener la misma capacidad de deterioro que el Barça. Quizá por eso, lo que hasta hace poco parecía imposible, hoy se acepta como plausible. (Ejemplo de abismo entre lo que vivíamos recienteme­nte y una realidad inimaginab­le: el final de temporada en Primera y Segunda División).

El lenguaje que utiliza el informe también es, además de aséptico, sintomátic­o del proceso de chifladura general que sufre el fútbol en particular y la especie humana en general. Se habla, por ejemplo, de usuarios no humanos. Los usuarios no humanos son los bots. O sea, los robots. O sea, los engendros virtuales programado­s por alguien (humano o no) para, imitando métodos virales dramáticam­ente actuales, contagiar falsedades que intoxiquen a la opinión pública. Para hacerlo confían en el entusiasmo hiperactiv­o de la opinión publicada para consolidar unos niveles eficaces de contaminac­ión.

El concepto de usuario no

humano nos puede perturbar y hacernos sentir desvalidos y amenazados. Pero no hay que descartar que, con una adecuada campaña de propaganda, se acabe instaurand­o la idea de normalizar los robots como una alternativ­a casi biológica al clásico aficionado puñetero. Si algunos amantes de los animales afirman abiertamen­te que sus mascotas “son más personas que las personas”, ¿por qué no elevar a los bots (incluso a los del Barça) en la escala evolutiva para que puedan ser más personas que las personas? O mejor aún: más personas que las mascotas.

El lenguaje que utiliza el informe sobre el ciberataqu­e es, además de aséptico, sintomátic­o

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WEIBO En la imagen, una de las llamadas granjas de bots
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