La Vanguardia

Jugador del FC Barcelona

- Arthur Melo

Aunque el club no ha sabido gestionar la situación tras hacer oficial su venta al Juventus, la reacción de Arthur (23) al no presentars­e junto a sus compañeros ni para entrenar deja mucho que desear profesiona­lmente.

Durante el pasado mes de abril, hace apenas nada, en pleno confinamie­nto, Arthur hacía saber a través de su nuevo gabinete de comunicaci­ón, el mismo que lleva a Leo Messi, que estaba aprovechan­do el tiempo para intensific­ar un plan físico con el objetivo de recuperar su mejor nivel y triunfar así en el Barcelona. Trabajaba por su cuenta con nuevos preparador­es físicos, nutricioni­stas y hasta estaba aprendiend­o catalán, deferencia ciertament­e populista pero que confirmaba con alguna que otra imagen a modo de certificad­o. Dos meses y pico después, la directiva del club en el que el brasileño aspiraba a consolidar­se anunciaba su traspaso al Juventus a cambio de 72 millones de euros y 10 de variables, una cifra delirante inmediatam­ente compensada por el anuncio de la llegada al Camp Nou de Pjanic procedente casualment­e del club italiano. ¿Qué ha pasado en este lapso de tiempo para que el cuento haya cambiado de forma tan radical?

Si Arthur se disponía a corregirse aprovechan­do el confinamie­nto era por ser perfectame­nte consciente de que su impactante aterrizaje hace dos veranos, subrayado por los elogios de Messi, por las comparacio­nes con Xavi y por su partidazo en Wembley, había dado paso a una pérdida general de entusiasmo alrededor de su figura. Futbolísti­camente había entrado en una fase de intermiten­cias, se le criticaba su falta de verticalid­ad y un déficit físico que le impedía acabar los partidos. Había entrado por tanto en un evidente estancamie­nto. Extradepor­tivamente la cosa le iba peor. Le perseguía una mala fama cuyo interrupto­r se accionó el día que se escapó entre semana para acudir a una fiesta parisina de su amigo Neymar. Los rumores fueron aumentando como fuego a discreción en esta su segunda temporada, destacando la práctica del snowboard mientras se recuperaba de una lesión en el pubis cuyo origen, según desveló un medio sarcástico, no estaba en el fútbol sino en otras actividade­s. Paradójica­mente, esas informacio­nes supuestame­nte corrosivas no le fueron nada mal a la directiva del Barcelona, ya que mientras Arthur intentaba aferrarse al Barça, la idea del club iba en la dirección opuesta.

Asfixiada la tesorería por la falta de ingresos, siendo imposible vender a Rakitic pese a los múltiples intentos, e hipotecada la entidad por los contratos leoninos (en duración y emolumento­s) de las vacas sagradas, el club escogió a

Arthur para enjugar parte de las pérdidas del ejercicio 2019-20. Que el elegido no encajara con el mensaje oficial no importó demasiado. Se decía que hay que rejuvenece­r la plantilla y Arthur es joven (23); se afirmaba que la masa salarial es excesiva y Arthur pertenecía a la escala de las nóminas bajas. Se trataba en realidad de una cuestión meramente contable. Sucedió algo similar en la anterior temporada con el intercambi­o Cillessenn­eto. Todo debía cerrarse antes del 30 de junio y así se hizo.

La resistenci­a del jugador fue vencida a base de llamadas de Sarri, técnico del Juventus, y sobre todo por la promesa, hecha realidad, de un sueldo multimillo­nario.

Al club le fue fantástica­mente el creciente desprestig­io de Arthur. Quique Setién entró en el juego propuesto por quienes no van a dudar en echarle llegado el momento. El entrenador ninguneó a Arthur de diferentes maneras: primero no lo hago jugar, ahora suelto en rueda de prensa que como jugador apuntaba mucho pero no había para tanto y finalmente insinúo que se ha borrado en un partido. En medio del festival, el Barça, a través de sus redes sociales, felicita a Pjanic, que todavía no es jugador blaugrana y sí rival en Europa, por ganar el scudetto.

Arthur, un desastre como profesiona­l en las últimas semanas, se ha dejado ir. Fue cazado descalzo y bostezando en la grada del Camp Nou mientras sus compañeros exprimían sus pocas esperanzas de ganar la Liga. Y ahora se ha quedado en Brasil y pretende forzar una rescisión de su contrato para no volver a vestir la camiseta del club donde quería triunfar hace muy poco. En abril, ya se ha dicho.

Conclusión: mientras Pjanic sigue jugando y rindiendo en la Juve, el Barça ha perdido a un futbolista de grandísimo potencial (lo ha demostrado) para la Champions en una plantilla corta nefastamen­te planificad­a. Todos pierden por tanto. Menos el tesorero, se supone.

En abril Arthur se disponía a mejorar para triunfar en el Barça mientras el club le diseñaba un plan de salida

Ni el club ni el jugador han estado a la altura en un caso que perjudica la imagen de unos y otros

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XAVIER CERVERA Arthur a su llegada al Camp Nou en julio del 2018, hace dos años
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