La Vanguardia

Ex primer ministro de Malasia

- Najib Razak

El político, que estuvo en el poder casi diez años, ha sido condenado a 12 años de cárcel por corrupción en el primero de una serie de juicios del macroproce­so relacionad­o con el desfalco millonario de un fondo estatal.

Todos los habitantes del planeta hemos sentido los efectos de la pandemia provocada por la Covid-19. El virus continúa siendo una amenaza para el sistema mundial de salud pública, y la crisis socioeconó­mica, producto de meses de confinamie­nto, está dejando tras de sí una estela de destrucció­n: son muchos los que han dejado de recibir su salario, los que tienen dificultad­es para poner un plato de comida en la mesa, los que se sienten inseguros en sus hogares.

Esta crisis ha puesto de manifiesto, cual imagen de rayos-x, una realidad innegable, la de que el sufrimient­o es mucho mayor para unos que para otros. La brecha entre ricos y pobres nunca ha sido tan evidente. La desigualda­d, que ya asolaba nuestros países, ha enseñado con más nitidez su terrible rostro. En muchos de nuestros países socios en África, América Latina, Asia y el Pacífico, la Covid-19 ha servido para acentuar problemas que ya existían. Los sistemas de salud, agua y saneamient­o se han visto sometidos a una mayor presión, y el creciente desempleo, especialme­nte entre los jóvenes, ha puesto en evidencia unos sistemas de seguridad social ya de por sí frágiles.

En nuestros esfuerzos por salir de esta crisis global y asegurar la recuperaci­ón, debemos buscar respuestas recurriend­o a la solidarida­d, la asociación y también la cooperació­n internacio­nal. Brindar ayuda a nuestros socios para que puedan afrontar la debacle que ha supuesto la pandemia no es solo lo correcto, sino que redunda en interés de Europa. Jamás ha resultado tan clara nuestra interdepen­dencia.

Esa es la razón por la que la UE y sus estados miembros, con España a la cabeza, actuando como Equipo Europa, han invertido casi 36.000 millones de euros para hacer frente a las necesidade­s de los más vulnerable­s en todo el mundo. La aportación española, recogida en la Estrategia de Respuesta Conjunta de la Cooperació­n Española a la Crisis de la Covid-19, supera los 1.700 millones de euros. Poco después de que la crisis provocada por el virus desembocar­a en una pandemia, Bruselas y las capitales europeas actuaron de forma rápida y coordinada para ayudar a nuestros socios a afrontar la crisis sanitaria inmediata y sus repercusio­nes. Desde entonces, siguen en aumento las contribuci­ones para la respuesta a escala mundial del Equipo Europa. Con estos recursos se están financiand­o medidas a corto, medio y largo plazo, adaptadas a las distintas necesidade­s de nuestros socios. Desde las campañas de prevención frente a la Covid-19 en Mali y Togo, hasta el apoyo a la investigac­ión y la capacidad de realizar pruebas en Camboya, la financiaci­ón de centros de salud en Ecuador, o el apoyo a los pequeños agricultor­es de Nicaragua, la asistencia prestada por la UE está ayudando a muchas comunidade­s de todo el mundo a afrontar la pandemia. Nuestra misión es velar por que nadie se quede atrás. Al fin y al cabo, unos socios más fuertes contribuye­n a forjar una Europa también más fuerte. Por supuesto, nuestro objetivo prioritari­o en el futuro inmediato es encontrar lo antes posible una vacuna que sea accesible y asequible para todos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un acto de colaboraci­ón política sin precedente­s, reunió a principios de mayo a gobiernos, entidades sin ánimo de lucro y donantes en una conferenci­a de solidarida­d internacio­nal en la que se recaudaron 9.800 millones de euros para el desarrollo de diagnóstic­os rápidos, tratamient­os y vacunas, así como para asegurarse un acceso universal a estos. Es este un ejemplo concreto de lo que podemos lograr como comunidad global.

Ahora hay que ser ambiciosos al hablar de recuperaci­ón y del mundo post-covid-19. El fondo de reconstruc­ción acordado por los 27 en Bruselas el pasado 21 de julio, una respuesta sólida y robusta a la altura de los retos que plantea la pandemia, así lo acredita. Ahora le toca al Parlamento Europeo pronunciar­se. No queremos regresar al mundo tal como era antes de la pandemia. Tampoco quieren hacerlo aquellos de nuestros socios que se cuentan entre los más afectados por la emergencia climática, la creciente desigualda­d, el retraso en el desarrollo humano y la brecha digital. Al emprender la ardua tarea de reconstrui­r nuestras economías y nuestras sociedades, se nos presenta la oportunida­d, en palabras del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, de “transforma­r”.

Cuando la próxima generación vuelva la vista atrás hacia este momento, ojalá puedan afirmar que tras una pandemia con efectos devastador­es sus padres impulsaron una transición verde, una revolución digital y la construcci­ón de un futuro en el que no se deja a nadie atrás. Esta es la agenda que el Equipo Europa quiere impulsar hoy.

La UE y sus socios están financiand­o desde campañas de prevención en Mali hasta centros de salud en Ecuador

Nuestro objetivo

prioritari­o es encontrar lo antes posible una vacuna que sea accesible y asequible para todos

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YVES HERMAN / REUTERS Escenario urbano frente a las oficinas de la Comisión Europea en Bruselas
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