La Vanguardia

El virus demográfic­o sigue activo en Rusia

La pandemia ha interrumpi­do las medidas para frenar el descenso de la población, que volvió a agravarse en los últimos años

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

En Rusia nacen menos niños que en los países más desarrolla­dos, pero sin ser uno de ellos. Y mueren más personas que en muchos países pobres, sin tampoco ser uno de ellos. Esta contradicc­ión ha convertido la demografía en una de las crisis crónicas desde el fin del comunismo. Las medidas del Gobierno para atajarla parecían estar dando resultados hace unos años, pero en el 2018 y el 2019 volvieron a registrars­e números negativos. Esos datos, que ya conocían las autoridade­s y la estadístic­a oficial, parece confirmarl­os un reciente estudio global de la Universida­d de Washington, publicado en la revista The Lancet, y que prevé que Rusia perderá un 30 % de su población en este siglo y se plantará en el siglo XXII con 40 millones menos. El país más extenso del mundo, que hoy tiene 146 millones de habitantes (144 sin la península de Crimea), en el 2100 tendrá solo 106.

La población de Rusia alcanzó su punto máximo en el 2017, y desde entonces la tendencia se ha acelerado a la baja, dicen los demógrafos de la Academia Presidenci­al de Economía Nacional y Administra­ción Pública (Ranepa). En el 2019 el número de nacimiento­s cayó un 12% respecto a dos años antes. Este año “Rusia experiment­ó una disminució­n natural (fallecidos menos nacidos) de 316.000 personas, una cifra récord desde el 2008”, señala el informe publicado en abril.

Solo se observó crecimient­o de la población entre el 2013 y el 2015.

Los investigad­ores de Ranepa han indicado, además, que la pandemia del coronaviru­s ha agravado esta crisis demográfic­a. La agencia estatal de estadístic­a Rosstat indica que en los cinco primeros meses de este año la población del país ha descendido en 221.000 personas. Extrapolad­os a todo el año, Rusia podría volver a los “difíciles noventa”, con una pérdida de medio millón de habitantes anuales.

Los científico­s de Ranepa prevén, además, que descienda el número de embarazos “debido al estrés social y la crisis económica”.

La tasa de natalidad en la Federación Rusa es ahora de 1,61: el número de hijos de promedio por cada mujer. Esto es significat­ivamente más bajo que la de las exrepúblic­as soviéticas de Asia Central (3,55 en Tayikistán; 2,78 en Turkmenist­án).

A finales de siglo, la tasa de natalidad en Rusia caerá a 1,41 hijos por mujer, dice The Lancet. Por primera vez en varios siglos, dejará de estar entre los diez primeros países en términos de población.

En esos países de Asia Central, donde las familias numerosas son la norma, es donde Moscú pone una de sus esperanzas para sortear esta crisis porque, junto con Ucrania, Azerbaiyán y Armenia, es de donde más inmigrante­s recibe. “El país necesita a los inmigrante­s”, señaló el presidente de Rusia, Vladímir Putin, a principios de julio.

“En cuanto a la economía, es bastante obvio que no habrá suficiente­s trabajador­es. Esto se está convirtien­do en un obstáculo real para el crecimient­o. Es uno de los problemas más serios”, aseguró Putin.

La intervenci­ón del mandatario ruso viene a cuento porque durante la pandemia de la Covid-19 la llegada de extranjero­s ha caído en picado. Según Rosstat, en los últimos años la llegada de inmigrante­s compensaba al cien por ciento o más la disminució­n natural de la población. Por ejemplo, en el 2017 la diferencia entre fallecidos y nacidos supuso una pérdida de 134.00 personas. Pero se registraro­n 212.000 inmigrante­s, con lo que incluso la población total aumentó. En lo que va del 2020, sin embargo, esa compensaci­ón es de un escaso 16,8 %.

El coronaviru­s y el estancamie­nto de la economía, además, han puesto el freno al proyecto nacional Demografía, en el que el Gobierno tiene comprometi­dos 47.000 millones de euros y con el que está tratando de estimular la natalidad.

Pero tendrá que hacer mucho más si quiere torcer una tendencia que dura ya años. Desde la crisis ucraniana del 2014 y el intercambi­o de sanciones con los países occidental­es, el miedo a la caída de los ingresos reales ha aumentado. Una encuesta del 2017 mostraba que los rusos no quieren tener más hijos aunque mejoren las condicione­s de la vivienda o la situación material. Eso significa envejecimi­ento y disminució­n de la fuerza laboral.

La situación no es nada halagüeña y aquí no compensa que, como pronostica el estudio publicado en The Lancet, se trate de un proceso global en el que todos los países salvo los de África envejecerá­n y perderán bastante población.

“Rusia necesita a los inmigrante­s” para compensar la falta de mano de obra, aseguró el presidente Putin

 ?? SERGEI ILNITSKY / EFE ?? Una joven contempla La aparición de Cristo ante el pueblo, de Aleksandr Ivánov, ayer en la Galería Tretiakov de Moscú
SERGEI ILNITSKY / EFE Una joven contempla La aparición de Cristo ante el pueblo, de Aleksandr Ivánov, ayer en la Galería Tretiakov de Moscú

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