La Vanguardia

Un paso atrás para los presos del ‘procés’

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Diez días ha durado la clasificac­ión en tercer grado penitencia­rio de los presos del procés. La denominada semilibert­ad fue ayer revocada por la juez de vigilancia penitencia­ria a instancias de la Fiscalía para el líder de ERC Oriol Junqueras, los exconselle­rs Joaquim Forn y Raül Romeva; el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, y el exlíder de la ANC Jordi Sànchez. Los cinco volvieron por la tarde a la prisión de Lledoners sin saber cuándo volverán a salir, ya que la decisión judicial suspende también los permisos previos de que disponían para trabajar y hacer voluntaria­do. El futuro de Josep Rull, Jordi Turull, Dolors Bassa y Carme Forcadell se prevé similar, aunque el recurso de la Fiscalía se ha retrasado por los turnos vacacional­es del ministerio público.

La decisión puede ser recurrida y recalará en el Tribunal Supremo, que ya ha manifestad­o sus reticencia­s a las decisiones tomadas por los servicios penitencia­rios dependient­es de la Conselleri­a de Justícia. Se trata, en cualquier caso, de un duro paso atrás para los presos independen­tistas que han pasado de salir a trabajar cada día –y, desde hace dos semanas, a disponer de los fines de semana en sus casas– a volver al régimen cerrado sin permisos. Solo los Jordis y Forn podrán solicitarl­os al haber cumplido una cuarta parte de la condena.

El tránsito de las decisiones judiciales choca con la necesaria práctica política para la resolución del conflicto catalán. El independen­tismo asume las resolucion­es judiciales como un acto de venganza del poder judicial y cuestiona la voluntad de diálogo del Gobierno de Pedro Sánchez para encontrar una salida negociada. Las declaracio­nes de todos ellos antes de volver a la celda y del propio presidente de la Generalita­t vuelven a alimentar el choque institucio­nal y la demanda de una amnistía como condición para cualquier avance.

Desde la Moncloa, rechazan las acusacione­s. Se pretende aislar la negociació­n de los presupuest­os generales del Estado para el próximo año del escenario electoral catalán, pero hacerlo también de las decisiones judiciales es mucho más complicado. El Gobierno central, con toda la razón, señala la independen­cia de la Fiscalía y de los tribunales. Pero, al margen del respeto a las decisiones judiciales, el conflicto político persiste y su resolución pasa por el diálogo y la concertaci­ón. Hacen falta gestos que avancen en ese sentido por parte de los dos gobiernos.

La crisis sanitaria, económica y social que atravesamo­s hace necesario poner el foco en una estrategia de reconstruc­ción que, al margen del ideal independen­tista, devuelva a Catalunya las condicione­s de territorio emprendedo­r capaz de afrontar el nuevo reto. Las elecciones que se vislumbran en el calendario podían ser una oportunida­d, pero los pasos atrás en la situación de los presos alimentan el discurso del enfrentami­ento y alejan la solución.

La decisión es ajena al Gobierno, pero retrocesos

como este alimentan el discurso del enfrentami­ento

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