La Vanguardia

Atrapados en Colliure

- Núria Escur

Medio mareados por la carretera de curvas, viendo pasar los borrosos anuncios de la última temporada del Beaujolais nouveau, llegábamos a Colliure. Para muchos, uno de los santuarios de cada verano. Visita obligada a la tumba de Machado, fuente de fruits de mer en el paseo, los pies sobre la playa de piedras, el refugio en la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles…

La compra de la camiseta marinera para todos, a rayas azules y blancas, a la picassiana. Los pequeños dando vueltas en el tiovivo decimonóni­co donde vendía tickets la mujer de la melena hasta las rodillas. Creo que los niños querían ir más por ella que por los caballos de cartón.

Nos estamos acostumbra­ndo, de un tiempo a esta parte, a retener más imágenes en la mente para que nadie nos las robe. Poco más nos queda. Ocurre con otros destinos. ¿Será la última vez que podré viajar hasta aquí sin fantasmas? ¿Cuántos meses tardarán en volver tus amigos? ¿Qué día cerrarán la frontera? ¿Cuál es el próximo avión que no podrás tomar?

Lo dijo en un aeropuerto, por cierto. El primer ministro francés, Jean Castex, recomendó a sus ciudadanos que evitaran viajar a Catalunya ante “la degradació­n sanitaria” por rebrotes de coronaviru­s. Aunque se descartara el cierre de fronteras suponía un golpe bajo para el sector turístico catalán. Si ellos no vienen y nosotros no deberíamos ir… ¿Habrá catalanes en las habitacion­es de Le Mas des Citronnier­s?

Parecía que ya no volveríamo­s a oír la discusión infantil de cada año, que si entramos en la Catalunya Nord o en el sur de Francia, tierra francesa, terra

catalana. Recuerdo una gran sardana en el centro del pueblo. Y la tienda de cómics, el museo, la fonda. El fuerte de San Telmo, el barrio de pescadores, un mercado provenzal, la tienda de cerámica donde los listos querían robar bandejas y todo era amarillo limón con aceitunas negras.

Catalunya fue la principal comunidad autónoma española de destino de turistas extranjero­s, en el 2019, de los cuales dos de cada diez eran franceses. Y esa alianza entre unos y otros, aunque a veces les acusemos de chauvinist­as y ellos a nosotros de tozudos, se ha forjado en años. Algunos turistas temen quedarse atrapados, en uno u otro bando, jugándose quince días de cuarentena, como los ingleses.

Francia recomienda no viajar a Catalunya por los rebrotes. Y a muchos nos entran ganas de seguir hacia el norte y no parar hasta tomar un Pastís. O un Aperol, que al final es lo mismo que un Campari. Au revoir.

Si ellos no vienen y nosotros no vamos, ¿habrá catalanes en Le Mas des Citronnier­s?

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