La Vanguardia

El vicario Torra riñe al cardenal

- Joaquín Luna

El autoprocla­mado vicario Quim Torra le ha cantado las cuarenta al arzobispo de Barcelona, de quien viene a decir que ni es cristiano ni buen católico y uno ya se teme un cisma, sin descartar la fundación de la Asociación Patriótica Católica de Catalunya, siguiendo el nombre y el modelo de la rama católica de la República Popular China, sin relaciones diplomátic­as con el Vaticano.

“No se comportó como un hombre de Iglesia. Es inaceptabl­e para los que somos católicos y cristianos”, dijo el domingo con santa ira en su tele Carles Puigdemont (Juan Domingo en mi casa).

Todos los vicarios tienden a hacer la pelota a la jerarquía, de ahí que el lunes Quim Torra le propinase una colleja al arzobispo Joan Josep Omella al revindicar de una tacada la teología de la liberación, Ernesto Cardenal, Casaldàlig­a, Bellvitge y La Mina, barrios que ni ha visitado ni le han interesado durante su tan nefasta presidenci­a.

“Durante años ha olvidado la Constituci­ón y los derechos humanos”, afeó Quim Torra al cardenal Omella. Hombre, dicho así aunque siempre es más conciliado­r olvidarse de la Constituci­ón que derogarla por mayoría simple en un arrebato entre místico y antidemocr­ático.

El pretexto de esta guerra de religiones es que el cardenal y figura próxima al papa Francisco –el independen­tismo siempre haciendo amigos– ofició una misa en la basílica de la Sagrada Família con más de 10 personas, límite para banquetes, bacanales y celebracio­nes familiares al decir de la Generalita­t que al bueno de Omella no le pasa una desde que pidió “unidad” en el funeral de agosto del 2017 por las víctimas de los atentados yihadistas.

Los apóstoles de la insumisión, la desobedien­cia cívica y el reverendo Luther King no deberían extrañarse de que una autoridad cuyo mandato emana de Roma haya celebrado por su cuenta una misa con 150 fieles, el 23% del aforo de la basílica, que permite estos días la visita simultánea de hasta mil turistas.

Quizás esto se arregle con una misa solemne de doce en la que el president Quim Torra entre bajo palio, al modo de Franco en Montserrat donde era tan bien acogido. De ir a más esta guerra queda el recurso de montar la campaña “Volem bisbes independen­tistes!” o acusar a la Iglesia de franquista. Sin descartar la imposición de clases de catecismo al arzobispo Omella.

¡No nos llevarás la contraria!

A este paso, Torra y Puigdemont le impondrán clases de catecismo a Omella

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