La Vanguardia

Croissant con su código QR

La pastelería Escribà reinventa su mítica pasta con una chocolatin­a que contiene el enlace a un vídeo con su elaboració­n artesanal

- MAYKA NAVARRO

Una idea pisa a la otra e irrumpe la siguiente, que es aún más genial que la anterior. El cerebro del maestro chocolater­o Christian Escribà funciona a la velocidad de la luz y no importa la serenidad emocional en la que trabaja los últimos tiempos, su imaginació­n sigue volando. La última ocurrencia de la factoría de sueños Escribà son unos croissants con un código QR impreso en una chocolatin­a en el que el consumidor podrá ver un video de Pau López, el pastelero que cada mañana y de manera artesanal elabora uno a uno el capricho de harina y mantequill­a que está deleitando.

Hace tiempo, cuando irrumpiero­n los código QR, Escribà comprobó que se leían impresos sobre chocolate blanco. Pero para acceder al contenido había que descargars­e antes una aplicación en el móvil que complicaba mucho la operación. Su uso tampoco era generaliza­do.

La pandemia sanitaria, la obligatori­edad de respetar las distancias de seguridad y el consejo de tocar las menos cosas posibles ha colocado a los códigos QR en el primer plano de la nueva normalidad. Los restaurant­es han aparcado los menús de papel y ofrecen a sus clientes la carta encerrada en códigos QR que pegan en una esquina de las mesas como si fueran pegatinas.

Pol Escribà termina de colocar con mimo las chocolatin­as sobre unos croissant recién salidos del horno. El olor despierta a la pequeña Julia, la última Escribà, llegada hace casi tres meses a la familia que parece no perderse detalle de las explicacio­nes de su padre y de su abuelo. Tres generacion­es Escribà alrededor de la última creación de

Christian. “Las posibilida­des son enormes”, asegura. Su cerebro empieza a funcionar. Llegas a un restaurant­e y te entregan una chocolatin­a. “Guárdela hasta el final para poder consultar la carta y la historia del local y termine comiéndose toda la carta”. O en un hotel. “Cuando regresas a la habitación para dormir te encuentras una chocolatin­a sobre la almohada. Escaneas el código QR y aparece un vídeo con ovejas que saltan la valla y te desean las buenas noches”. O una declaració­n de amor grabada en una imagen atrapada en el código QR para regalar en formato chocolatin­a.

“Lo importante es seguir creando”, asegura Pol, mano derecha de su padre en el obrador de la Gran Via de Barcelona que suministra la dulce mercancía al local de l’illa Diagonal y desde donde se gestionan los pedidos a domicilio que se han multiplica­do en los últimos meses en la tienda de la web.

Como todos, Christian Escribà reflexiona sobre la compleja situación que atravesamo­s. “No seremos los mismos”, sostiene sin atreverse a aventurar las consecuenc­ias de una crisis económica que ya asoma la cabeza. Su casa, fundada hace 114 años, las ha visto de todos los colores y siempre ha salido adelante. Padre, hijo y nieta también lo harán ahora. Julia reclama el chupete a Laia, su madre, y sonríe.

Christian Escribà abre la puerta a un mundo infinito de opciones para estampar en un trozo de chocolate

 ?? XAVIER CERVERA ?? Christian Escribà, junto a los clásicos croissants pero ahora con un código QR con sorpresa en chocolate
XAVIER CERVERA Christian Escribà, junto a los clásicos croissants pero ahora con un código QR con sorpresa en chocolate

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