La Vanguardia

¿Quién se paseó el ‘día D’ por Normandía tocando la gaita bajo fuego alemán?

- DAVID RUIZ MARULL

Las órdenes de la British War Office eran claras: estaba terminante­mente prohibido que los gaiteros condujeran tropas al combate durante la Segunda Guerra Mundial, incluso aunque su presencia insuflara moral en la tropa. Aún eran demasiado recientes las imágenes de todos aquellos jóvenes que perecieron en primera línea de fuego durante la Gran Guerra (1914-1918) mientras soplaban sus instrument­os, convertido­s en dianas perfectas para los soldados enemigos. Nadie quería que se repitiera la misma masacre. Pero el brigadier Simon Fraser, decimoquin­to Lord Lovat, no tenía pensado acatar esa decisión. Pocas horas antes del desembarco de Normandía, Lovat buscó al soldado Bill Millin entre los integrante­s del cuerpo de infantería ligera de las Highlands. Quería que fuera su gaitero personal durante el día D, tal y como mandaba la tradición.

Millin al principio mostró sus reticencia­s. No quería desobedece­r las órdenes del alto mando. “Ah, pero esa es la Oficina de Guerra inglesa. Usted y yo somos escoceses, y eso no se aplica”, le soltó Fraser. Cuando subieron a los barcos, el joven gaitero era el único que iba vestido con el típico

kilt, la falda masculina escocesa, y su única arma era el tradiciona­l puñal Sgian Dubh que llevaba en la pierna. A la unidad de Lovat y Millin le tocó entrar en acción en la playa de Sword. Pocos segundos después de salir de la embarcació­n, el soldado que estaba al lado del gaitero recibió un disparo en la cara y murió instantáne­amente. “Fuimos los primeros de nuestra tropa en llegar a la orilla. Lovat me ordenó que tocara

Highland Laddie”, recordaba el protagonis­ta de esta historia en el libro Voces del Día D.

“Comencé a tocar tan pronto como toqué el agua. Cada vez que escucho esa canción recuerdo caminar entre las olas. Los hombres heridos se sorprendie­ron al verme. Esperaban ver a un médico o alguien que les ayudara. En cambio, me vieron con mi falda escocesa y tocando la gaita. Fue horrible, ya que me sentía muy impotente“, añadió. La playa de Sword estaba defendida por los hombres de la 716 división de infantería alemana, compuesta de 29 compañías, alrededor de 500 ametrallad­oras, 50 morteros y otras 90 armas de gran calibre. La tradición dictaba que el trabajo de los gaiteros durante la contienda era marchar arriba y abajo del campo de batalla con sus instrument­os, dando aliento al resto de la tropa.

A pesar de pasarse media jornada de pie recorriend­o la arena , nadie disparó a Bill. Y eso que el sonido de su gaita se escuchaba incluso por encima del ruido de las balas y las explosione­s. Un francotira­dor alemán capturado explicó que no dispararon al gaitero porque pensaron que se había vuelto loco y tuvieron compasión de él. Millin murió en 2010 a los 88 años.

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WIKIPEDIA Bill Millin tocando la gaita

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