La Vanguardia

El invierno más largo para Mallorca

Pionera en la apertura de hoteles, las expectativ­as se han ido diluyendo

- NEKANE DOMBLÁS

El aeropuerto de Son Sant Joan, en Mallorca, marcó ayer una temperatur­a máxima de 40,6 grados pero el ambiente en la Platja de Palma, apenas a unos kilómetros de la principal vía de entrada de turistas, era frío, más propio de finales de invierno que de la última semana de julio. La zona fue pionera en la apertura de hoteles en toda España, con el plan piloto que colocó a Mallorca en los informativ­os de toda Europa, pero el éxito de esa operación se ha ido diluyendo con el paso de las semanas.

El mes de julio del 2019 llegaron a Baleares 620.478 ciudadanos de Alemania, pero este año las cifras estarán muy lejos de esa realidad. El conseller de Model Econòmic i Turisme, Iago Negueruela, estima, con todas las cautelas, que este mes de julio llegará un 40% de esa cifra y la previsión es de un 60% en agosto, pero insiste en que todo es muy incierto porque está habiendo muchas cancelacio­nes. En cualquier caso, con el cerrojazo al turismo británico provocado por la cuarentena, el mercado alemán es el salvavidas al que se agarra el sector en las islas. Negueruela no teme que la recomendac­ión alemana de no viajar a Catalunya, Aragón y Navarra se extienda a Baleares. “Con Alemania ha sido más fácil llegar a acuerdos

específico­s para las islas, como fue el plan piloto en pleno estado de alarma”, señala.

Esos primeros turistas llegaron en junio al hotel Riu Concordia, de la mitad de cuyos balcones no colgaban ayer toallas. La cadena celebra aquella operación, que permitió establecer unos estrictos protocolos sanitarios que valoran los turistas, pero comercialm­ente la zona no termina de despegar, a pesar de que el Gobierno alemán no ha desaconsej­ado viajar a Baleares. Riu ha abierto cuatro de sus cinco hoteles en la Platja de Palma, el epicentro del turismo alemán en Mallorca, pero la ocupación está entre el 45% o el 50% en unas fechas en las que debería rondarse el lleno total. A ello se añade el problema de las cancelacio­nes, la tónica de este complicado verano.

La presidenta de la Federación Hotelera de Mallorca, María Frontera, reconoce que el mercado alemán es el que mejor está respondien­do porque conoce el producto mallorquín, confía en la experienci­a del sector turístico y sabe que las islas son un destino seguro, sanitariam­ente hablando, pero hay menos alegría de que lo que se esperaba hace un mes, con el éxito del plan piloto. Basta con darse un paseo por la zona de la Platja de Palma para ver un muestrario tiendas cerradas, hoteles sin abrir y la mayoría de la oferta complement­aria cerrada. Hay dos calles en las que todos los bares y restaurant­es permanecen cerrados por decisión del Govern balear. Es la zona cero del turismo de borrachera y Baleares ha decidido su cierre como medida preventiva para evitar contagios. Juan Miguel Salas, propietari­o de una de los locales más conocidos de la llamada calle de la cerveza, calcula que tendrá unas pérdidas de 100.000 euros y critica que el Govern perjudique a los empresario y a los trabajador­es. En la primera línea del paseo sí hay cafeterías y restaurant­es abiertos y sus propietari­os reconocen que viven básicament­e del turismo alemán, por lo que esperan que Alemania no tome las contundent­es medidas adoptadas por el Gobierno de Boris Johnson.

PLAN PILOTO

Los primeros visitantes alemanes llegaron en junio en pleno estado de alarma

DESÁNIMO

Tiendas y hoteles cerrados ilustran la escasa remontada de la actividad

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NEKANE DOMBLÁS Pocos bañistas ayer en Platja de Palma

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