La Vanguardia

La mesa surrealist­a

- Màrius Carol

Entre las primeras obras surrealist­as que pintó Salvador Dalí figura Mesa solar (1935), que representa el paisaje de Port Lligat con dos barcas varadas y una mesa de hierro forjado en primer plano con tres copas de cristal y una cucharilla en cada una, como si estuvieran esperando a otros tantos comensales que no llegan. De hecho, tampoco está claro que se vayan a presentar porque ni siquiera disponen de sillas donde sentarse. Un niño oscurecido por el contraluz figura expectante a la derecha de la obra.

Dalí es un artista de premonicio­nes: su obra Construcci­ón blanda con judías hervidas (1935) es la premonició­n de la Guerra Civil, igual que la intervenci­ón en Quan cau, cau (1972-73), con tortillas voladoras y el personaje central con una sonda en la nariz, refleja su decadencia posterior en el castillo de Púbol, cuando Dalí iba sondado y lanzaba los huevos recién cocinados contra las enfermeras. Esa Mesa solar surrealist­a parece el presagio de esta mesa de diálogo prevista para este mes de julio, pero que Quim Torra dilata por intereses electorale­s. De hecho, así lo insinuó Marta Vilalta, la portavoz republican­a. Como si los países pudieran detenerse, como se frena un tren en el andén. Incluso los relojes blandos dalinianos daban la hora por más que se inspiraran en el camembert fundido.

Tanto ERC como el PSOE han defendido estas reuniones para ir buscando salidas al contencios­o catalán. Es una muestra más del pragmatism­o de los republican­os que interesa más bien poco a la formación de Carles Puigdemont, que avanza a no se sabe dónde, que como punto de llegada resulta una meta inquietant­e. La mesa de diálogo es el antónimo de la unilateral­idad y el sinónimo del posibilism­o. Es cierto que ERC quiere hablar de un acuerdo de amnistía y del derecho a decidir, dos cuestiones de evidente complejida­d. Pero el solo hecho de poder conversar de todo es un avance. Y lo más importante, también se puede abordar la reconstruc­ción de Catalunya. En este sentido, es imprescind­ible calcular el dinero que necesita la Generalita­t y el que se espera que llegue de Europa.

El drama del actual momento es que las relaciones entre los socios del Govern están deteriorad­as hasta extremos difíciles de imaginar. Y cada día suceden cosas propias de la dimensión desconocid­a, como que el presidente catalán advierta sobre la Covid-19 sin tener a la consellera de Salud a su lado. Oriol Junqueras y Carles Puigdemont hablan en público de mantener la unidad, pero solo hay que leer el libro del inquilino de Waterloo para comprobar que es un recurso dialéctico.

La mesa de diálogo, como en el óleo de Dalí, con toda seguridad no reunirá a nadie. El sol invade la escena y ese niño que lo mira todo parece no entender nada. Igual que nos ocurre a los catalanes, que vemos cómo vamos empequeñec­iendo. El INE reveló ayer que el último año Madrid se consolidó como la primera economía de España, mientras Catalunya creció por debajo de la media española. Hemos perdido el liderazgo, pero lo que no podemos perder es la vergüenza.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain