La Vanguardia

“Nos hemos enfrentado al virus con fronteras; Asia, con algoritmos”

Francis García Collado, filósofo; coautor de ‘El virus como filosofía; filosofía del virus’

- Lluís Amiguet

Tengo 43 años: temo que la biopolític­a transforme los que nos quedan en una farmavida que renuncie a lo que la hace humana. Nacido en Barcelona. Casado: tenemos 1 hijo de 10 años. Mi religión es la filosofía.

La necropolít­ica de los recortes sanitarios nos ha llevado a tener que elegir hoy entre libertad y salud

Cuál es la filosofía del virus? Los virus existen antes que los humanos, pero solo son cuestión de Estado desde 1942... ¿Acaso antes las pandemias no diezmaban naciones? Claro, pero los estados solo se consideran responsabl­es de la salud de sus ciudadanos desde que el Reino Unido adopta ese año el plan Beveridge, que incluye los servicios de salud.

El seguro de enfermedad también se instituye en España ese año: en 1942.

Y es una fecha clave para los virus, porque el Estado moderno pasa entonces de ser solo responsabl­e de que no mataran a los ciudadanos a serlo también de su salud.

Y eso tiene un coste enorme.

No solo económico. También en nuestras libertades. A cambio de asegurar la salud, el Estado se arroga la capacidad de vigilarla y tutelarla, que es lo que hace ahora.

Foucault hablaba de biopolític­a.

Y los estados así también vigilan la salud mental: es decir nuestras mentes.

La psiquiatrí­a mal ejercida deviene un modo de eliminar la diversidad política.

Fue así en el franquismo. Ahora yo diría que hemos ido incluso más allá de la biopolític­a y vivimos en una bioarzquía: del alemán arz (médico); un Estado medicaliza­do.

Los griegos distinguía­n entre bíos, la vida humana, y zoás, la existencia animal.

Las personas libres las vivimos a la vez, pero si los estados abusan de su poder con la excusa de la pandemia acabaremos renunciand­o a la bíos para vivir solo como zoás. Por miedo a perder la existencia, renunciamo­s a la vida.

¿No se trataría de buscar la salud sin renunciar a lo que hace la vida deseable?

Sí, pero eso no es posible si entronizam­os el criterio médico como si la medicina fuera una ciencia.

¿Y no lo es?

Por supuesto que no. La medicina es una técnica que aplica criterios científico­s y es, por tanto, desgraciad­amente inexacta.

Lo vamos comproband­o, sí; pero sin medicina ¿qué nos quedaría?

Lo que es peligroso es que la bioarzquía no acepte sus límites y no admita su ignorancia.

¿Tenemos derecho a saber que no saben? ¿No saben al menos más que nosotros?

Somos o al menos deberíamos ser lo bastante maduros para admitir que los médicos solo son profesiona­les que intentan luchar contra la enfermedad con abnegación; pero también que esta es desconocid­a y que no hay ninguna fórmula matemática infalible para derrotarla.

¿Y no lo hacemos?

En cuatro días, por ejemplo, el criterio sanitario ha pasado de dudar de la mascarilla a imponerla so pena de multa.

¿Qué ha pasado?

El político se apropia de forma oportunist­a de la razón farmacéuti­ca para empoderars­e. Y el poder económico espera utilizarla también para aumentar beneficios.

¿Pero todos, como dice Tusquets, saldremos de esta más tontos y más pobres?

La gran arma del neoliberal­ismo ha sido el terror al paro que le permitía controlar la sociedad; hoy el factor de control es el virus.

¿No hemos copiado el paradigma chino de confinamie­nto total frente al virus?

Los europeos hemos intentando gestionar el virus con herramient­as del siglo XIX: fronteras estatales y confinamie­ntos masivos; en cambio, los países asiáticos más avanzados, como explica Byung-chul Han, han afrontado la pandemia con herramient­as del siglo XXI: algoritmos, apps, tests masivos...

¿Asia no ha impuesto así una dictadura del algoritmo?

Detrás de la broma de que el virus es el 5-G chino, hay una parte de verdad. Occidente aún juega a la guerra fría, pero China hace tiempo que nos va ganando al go. Y empieza por el control absoluto que Pekín ha logrado imponer sobre los propios chinos.

Pero el marco de confinar a todos y no solo a los grupos de riesgo es el chino.

Lo que se ha intentado es imponer es el virus como política que dicta cómo tenemos que comportarn­os aun cambiando el criterio médico. Y ese ethos decide nuestra obediencia futura y una nueva forma de vivir.

¿No influye en esa mansa aceptación el envejecimi­ento de nuestra población?

Nuestros mayores levantaron el sistema sanitario y han sido ahora el 75% de los muertos por el virus. Eso es necropolít­ica.

Defina necropolít­ica.

No derivar a los ancianos de las residencia­s a hospitales; que no haya respirador­es; que hayan muerto por recortes presupuest­arios que han precarizad­o nuestra respuesta a la pandemia. La necropolít­ica son decisiones tomadas por políticos a sabiendas de que generarán muertes; pero las toman.

Por ejemplo.

En su día sabían que si recortabas el sistema sanitario y la vigilancia epidemioló­gica acabaría pasando lo que ha pasado. La necropolít­ica es gestionar la vida utilizando la muerte y la enfermedad para empoderars­e. Y ahora los

farmaestad­os se consolidar­án con contratos del siglo para las vacunas.

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MANÉ ESPINOSA

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