Güell presentó tres ofertas al rey
El II Conde de Güell, Juan Antonio Güell, decidió ofrecer a Alfonso XIII tres alternativas viables para ser convertidas en palacio Reial: el Park Güell, Can Custó (Les Corts) y el palacio Güell (Nou de la Rambla).
¿Por qué y cuándo tomó esta iniciativa personal? Fue a causa de haber fracasado Francesc Cambó en su intento de hacer viable una sugerencia de Prat de la Riba al monarca, como réplica a su comentario sobre el deseo de visitar más a menudo la ciudad: “Señor, hágase vecino de Barcelona”.
Todo venía de lejos y era motivado por la falta en aquella época de un palacio Reial. El origendetanllamativacarencia había sido originado por la quema, intencionada según apuntaban los indicios, del palacio Reial en 1875.
Destruida aquella residencia, cada vez que los Reyes rendían visita se veían en la necesidad de hospedarse en edificios poco o nada aptos, y a veces incluso tan impropios que una vez hecha la adecuación fue obviado. He aquí el desfile: palacio Moja (Alfonso XII), antiguo Arsenal (una vez preparado no llegó a prestar servicio), Ayuntamiento, palacio de Capitanía General y hotel Ritz.
Cambó tomó cartas en el asunto e ideó en 1914 situarlo en un parque grandioso que había de ocupar desde Finestrelles hasta la cima de Sant Pere Màrtir, según proyecto del arquitecto francés J.-C.-N. Forestier. Obtenida la financiación del
Ministerio de Fomento, una crisis de Gobierno desbarató tal posibilidad.
Pasados unos años, el conde de Güell tomó entonces la iniciativa y formuló personalmente al rey la triple oferta antes citada. ¿Por qué escogió una pequeña masía de Les Corts?
El palacio Güell, en el Raval, era un conjunto demasiado acabado que no ofrecía grandes posibilidades ni comodidad, a no ser que se vaciara y se rehabilitara; tal proceder podía generar una campaña en contra, al mutilar una obra de Gaudí tan consagrado y admirado.
El Park Güell era alejado, enclavado en un entorno poco acogedor y mal comunicado.
Can Custó, en Les Corts, era el que sin duda facilitaba más las cosas al permitir una intervención a gusto del nuevo residente. Amén de hallarse alejado del mundanal ruido, estaba en la ciudad y con acceso fácil. Culminada una ampliación que había seguido de cerca, pues siempre que venía pasaba revista al curso de las obras, el resultado final fue de su agrado. Ni que decir tiene que la prolongación de la Diagonal se daba por hecha, al formar parte lógica e inexcusable del mismo proyecto.
Tan pronto como estrenó el palacio, confesó que le complacía más que el de Madrid y el de San Sebastián.
Creo que a la hora de elegir fue decisiva la cercanía del Real Club de Polo, que desde 1909 estaba asentado con buenas instalaciones en Can Ràbia (carretera de Sarrià) y que el monarca frecuentaba como gran aficionado polista.
Alfonso XIII eligió una masía en la Diagonal, antes que un palacio o bien un parque