Los cuatro del Vendrell
El Palau Robert expone a Casals, Guimerà, Fenosa y Nin
Cuatro de los grandes personajes que ha dado Catalunya, que han destacado por su creatividad y su compromiso cívico, están relacionados con el Vendrell: Àngel Guimerà, Pau Casals, Andreu Nin y Apel·les Fenosa. Y a ellos se dedica una exposición en el Palau Robert, coincidiendo con el hecho de que el Vendrell ha sido declarada Capital de la Cultura Catalana del 2020.
Tres poblaciones de la costa catalana, Cadaqués, por Dalí y la gauche divine, Tossa como “torre de babel” artística y Sitges, en tanto que cuna del modernismo con Casas y Rusiñol, se han convertido en centros neurálgicos de un pasado artístico mitificado. Pero Josep Miquel García, comisario de la exposición del Palau Robert y director de la Fundació Apel·les Fenosa, reivindica también el Vendrell como “arcadia dorada”. No solo por la presencia de estos cuatro personajes, sino por todos aquellos que atrajeron al Baix Penedès. La dispersión en el tiempo, la ruptura que supuso la guerra civil para quienes estaban más comprometidos con la democracia y quizás la falta de un relato canónico, explican que sus historias no hayan tenido la difusión que se merecen.
Àngel Guimerà (Santa Cruz de Tenerife, 1845-Barcelona, 1924) es el dramaturgo catalán más representado. Mar i cel, Maria Rosa (adaptada en 1915 por Cecil B. Demille al cine mudo), Terra baixa o Sol solet han sido grandes éxitos, aquí y en otros países. Suya es también la letra de la sardana La santa espina, musicada por Enric Morera. Aunque nació en las Canarias, a los nueve años sus padres regresan al Vendrell, a Cal Ximet, casa comprada por su bisabuelo, y aquí pasó su juventud. Una vez instalado en Barcelona volvía para pasar los veranos. Las herederas de la casa la cedieron en 1973 y hoy es un museo. Su directora Àngels Santacana la recrea en el Palau Robert con fotos, películas y carteles de su trayectoria y su vinculación con el Vendrell.
El violoncelista y director de orquesta Pau Casals (el Vendrell, 1876-San Juan de Puerto Rico, 1973) no solo nació en el Vendrell sino que quiso que sus restos reposaran aquí cuando llegase la democracia a España. En 1910 se construyó una casa de veraneo frente a la playa de Sant Salvador y a partir de 1920 la amplió con apartamentos para acoger a la intelectualidad europea que invitaba. Su compromiso por la paz hizo que no regresara a España después del 39 y se truncase la relación con su población natal. Núria Ballester, directora del Museu Pau Casals del Vendrell, ha querido destacar en la exposición este doble compromiso internacional y local. En el Palau Robert se exhiben entre otros objetos uno muy significativo: un instrumento musical formado a partir de una calabaza vacía y una cuerda que le regaló su padre con 8 años.
El escultor Apel·les Fenosa (Barcelona, 1899-Paris, 1988) compró en 1959 una palacio renacentista en el Vendrell, el Portal del Pardo (aunque para evitar el nombre, lo llamaba El Perdó). Fue su residencia de verano, ya que vivía en París, y acogió a varios amigos (Tristan Tzara, Ursula Schroeder, Joan Perucho, Cécile Eluard ...). Tras su muerte, su viuda Nicole impulsó la creación de la fundación que lleva su nombre en el Vendrell y hoy acoge sus esculturas. Algunas de estas piezas se han traído a esta exposición, junto con fotos de Jean del Moral donde se ve al escultor trabajando en su taller e inspirándose en la naturaleza que lo rodeaba.
Andreu Nin (el Vendrell, 1892Alcalá de Henares, 1937) es de los cuatro el personaje que más se aparta (y en el Palau Robert, se le recuerda por separado, en el jardín). Se le conoce sobre todo por su compromiso político, como fundador del POUM y por su asesinato en plena guerra por los sectores estalinistas (el cadáver nunca se encontró). De joven estudió esperanto en el Vendrell y más tarde trabajó como periodista. Entre 1921 y 1930 vive en Rusia y es cuando traduce obras como Anna Karenina y Crimen y castigo. En la exposición se reproduce la Elegía que le dedico el pintor Eugenio Granell y el cuento de Mercè Rodoreda a su hija. El historiador Ernest Benito, que trabajó en el montaje de la exposición con el fallecido Lluís Juste de Nin, recuerda que la viuda de Andreu Nin, la bailarina Olga Tareèva, que murió en Estados Unidos, quiso que sus cenizas reposasen en el Vendrell “porqué las de él nunca podrán estar aquí”.
El Vendrell, la arcadia artística que compite con Cadaqués, Tossa y Sitges, perdió en 1939 el contacto con Pau Casals