Ciclismo de mascarilla
La primera prueba UCI avanza entre fuertes medidas de prevención
Todo parece diferente en el regreso de la temporada de ciclismo tras más de cuatro meses de parón. El pelotón ha regresado con la Vuelta a Burgos, primera competición oficial del calendario UCI pospandemia, y por tanto una prueba de fuego antes de que comiencen las carreras de tres semanas. El trabajo previo fue intenso, pero después de tres etapas ya se puede considerar un éxito que se esté llevando a cabo, más allá de que cinco ciclistas hayan tenido que abandonar para prevenir contagios.
Las medidas de seguridad que se han exigido en esta prueba con una solera de más de 40 años son incluso más duras que las que proponen los protocolos de la UCI. La organización ha estudiado milímetro a milímetro los movimientos que van a hacer cada una de las más de 1.000 personas que participan en la vuelta. Todo está controlado para que sea una gran burbuja, en la que conviven otras más pequeñas. Para ello se ha establecido un protocolo para cada colectivo (periodistas, corredores y auxiliares), y también para cada momento de carrera, desde la salida, pasando por la meta o la entrega de premios. La mascarilla y el gel desinfectante son los principales protagonistas, pero además se han exigido pruebas PCR a todos los participantes tres días antes del comienzo.
Cada equipo duerme aislado en una planta de hotel para que no tengan contacto con otros ciclistas, con un comedor que sólo pueden usar ellos. Hay aforo limitado de público en las salidas y en las llegadas, con control de temperatura; y en los puertos no hay acceso a vehículos y se obliga a guardar la distancia de seguridad. Los avituallamientos también están protegidos y se ha prohibido a los ciclistas lanzar todo tipo de objetos, incluidos los demandados bidones. La organización se ocupará de recoger todos los restos que dejen en la carretera.
En medio de este sinfín de normas y protocolos, la carrera se está desarrollando con relativa normalidad. En lo puramente deportivo, ayer fue un día especial, con la etapa más dura de la carrera con final en el Picón Blanco. La victoria fue para Remco Evenepoel, el prodigio belga de 20 años que los expertos auguran que será el dominador de este deporte en los próximos años.
Lo hace todo bien este imberbe ciclista que tiene planta de rodador, por eso es un prodigio contrarreloj, brilla también en las carreras de un día y ayer añadió un registro más a su cartilla de presentación. A su corta edad dominó la subida al Picón Blanco, puerto de categoría especial de 8,5 kilómetros con un desnivel medio del 8,9%, con una clase magistral para humillar a los escaladores más puros. Ganó la etapa con solvencia y se situó líder en la general a falta de dos etapas. El belga fue una apisonadora en el último kilómetro gracias a una fortaleza impropia de su edad. No necesitó levantarse de la bicicleta para dejar atrás a hombres como Esteban Chaves o Mikel Landa. En la general deja a George Bennett a 18 segundos y a Mikel Landa a 32. Los Movistar fueron la gran decepción de la jornada y Valverde es ya undécimo a más de dos minutos del líder.
CAMBIOS EN LA GENERAL Evenepoel gana la etapa, se viste de líder y ya es el gran favorito para el triunfo final