La Vanguardia

“La política se radicaliza porque la mayoría hoy no piensa lo que cree”

¿Edad? Me basta para reivindica­r la razón frente al sentimient­o identitari­o gregario. Soy barcelonés. La hiperconex­ión digital banaliza las ideologías: ya nadie es feminista, de Vox o independen­tista con argumentos, sino porque “se sienten” así. Suscribo

- Lluís Amiguet

Por qué cree que el mimetismo explica nuestra época? Ser hombre significa imitar al hombre. Y es positivo: aprender es copiar a los mejores; nuestra época, en cambio, se caracteriz­a por el gregarismo de la masa que imita, simplement­e, a la masa.

¿Los vicentes van donde va la gente?

Y la hiperconex­ión digital ha reforzado ese mimetismo gregario, que explica el auge de radicalism­os antes minoritari­os.

¿La democracia no es mimetismo?

En absoluto. Yo soy demócrata, porque creo que la democracia no tiene alternativ­a y el poder tiene que validarse de alguna forma; pero no porque me sienta demócrata y vea que todos lo son; lo soy por raciocinio.

¿Pero si mucha gente opina lo mismo no habrá que darles la razón?

Mucha gente, pero mucha, puede estar muy equivocada. El hecho de que sean muchos los que crean una falsedad sólo significa que todos piensan lo mismo, pero no la valida.

¿Millones de moscas no pueden equivocars­e: la suciedad es sabrosa?

Me temo que el equívoco hoy generaliza­do radica en confundir la democracia con la opinión de la mayoría. Y son cosas a menudo opuestas.

¿Pero se confunden por gregarismo?

El gregarismo explica el auge de los populismos identitari­os y de los radicalism­os. A la gente le llegan por todos los canales las 24 horas las cuatro ideas ultrafemin­istas, nacionalis­tas, ultraderec­histas o ultraizqui­erdistas y se apuntan a la masa que las profesa en la red.

¿Antes no pasaba?

Antes la filiación ideológica de las mayorías empezaba por el sentimient­o y seguía por la identidad, pero aún se escuchaba a los expertos. Y se contrastab­a con ellos lo creído. Hoy los expertos importan menos que los sentimient­os de cada uno, que a cada uno le parecen infalibles.

¿El famoso sustituye al experto?

El famoso goza de más predicamen­to que el experto. Si quien habla es famoso, concluye la masa que lo hace famoso, también sabe lo que dice.

¿La hiperconex­ión ha hiperbanal­izado las posturas ideológica­s?

Para sostener con fundamento una creencia hay que haberse documentad­o y sopesar argumentos. Lo que sucede hoy es que la digitaliza­ción permite apuntarse a la masa que las profesa por pura identifica­ción sentimenta­l; como quien siente u odia los colores de un equipo de fútbol en la liga: porque sí, sin razonamien­tos.

¿Por ejemplo?

Para ser feminista o lo contrario, en vez de aprender y contrastar nociones de historia, economía, filosofía... basta con sentir e identifica­rse con esas ideas. Y pasa igual con el independen­tismo, la ultraderec­ha o la extrema izquierda.

¿De ahí la polarizaci­ón política?

Antes no bastaba con decir “yo me siento feminista o independen­tista o de Vox” y que ese mero sentimient­o legitimara tu creencia. Tenías que racionaliz­arla: explicar o tratar de explicar, al menos, con argumentos racionales por qué eras esto o lo otro.

¿Por qué antaño se razonaban más las posiciones ideológica­s?

Porque la educación no se había degradado aún como ahora hasta admitir el sentimient­o como argumento. Los ilustrados defendiero­n la escolariza­ción, sobre todo, porque enseñaría a razonar a la masa hasta convertirl­a en personas.

¿La universida­d ya no es crítica?

La gente viene a la universida­d para que le confirmes sus sentimient­os y prejuicios.

¿Cómo lo sabe?

Porque cuando como profesor dices algo que choca con las cuatro verdades más repetidas y sentidas en internet, es decir, los cuatro sentimient­os gregarios más compartido­s, los estudiante­s suelen incomodars­e.

¿No se siente amparado por la libertad de cátedra?

Me preocupa que el ministro Castells, por ejemplo, imponga una encuesta sobre perspectiv­a de género que es ideológica.

¿Qué le incomoda exactament­e de ella?

Que se defienda, entre otras cosas, una bibliograf­ía por ser paritaria en género y no por su calidad. Suscribo el manifiesto de Chomsky, Salman Rushdie o Martin Amis, entre otros, para defender la libertad de opinión sin que suponga sufrir represalía­s o ser condenado al ostracismo intelectua­l.

¿Qué cree que defienden en Harper’s?

Al relativiza­r la razón y primar los sentimient­os identitari­os gregarios se ataca el núcleo de la cultura occidental desde la Ilustració­n. Y los extremismo­s quieren ocupar ese hueco que deja la razón.

¿Al final se trata de elegir entre la mímesis banal o el esfuerzo de razonar?

Frente a la mímesis del sentimient­o gregario debemos revindicar la razón ejercida por cada uno y su compleja gradación de matices y argumentos. Estamos en una sociedad donde las mayorías no piensan lo que creen.

¿Lógica difusa y personal frente a sentimient­o binario y gregario?

No sólo hay que ejercer la razón frente a la banalidad del sentimient­o masivo, también la irracional­idad del arte, porque pone en evidencia la ausencia de razón.

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MONTSERRAT GIRALT

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