La Vanguardia

Un adiós pendiente de la Fiscalía

El ministerio público sigue analizando la documentac­ión remitida por Suiza para determinar si hay indicios penales

- CARLOTA GUINDAL Madrid

El rey emérito se marcha de España pero no sin antes ponerse a disposició­n de la Fiscalía para cualquier “actuación que considere oportuna”. La explicació­n es que el ministerio público tiene abiertas unas diligencia­s de investigac­ión para concretar si la acusacione­s iniciales vertidas contra él, por presuntame­nte haber cobrado comisiones para favorecer al consorcio de empresas españolas en la adjudicaci­ón el AVE a La Meca, son ciertas. La persona que lanzó la primera piedra fue la empresaria Corinna Larsen, quien aseguró en una conversaci­ón privada pero grabada con el excomisari­o de Policía José Manuel Villarejo que había actuado como testaferro del rey emérito, quien, según ella, escondía cuentas en Suiza.

El juez que investigab­a a Villarejo no encontró indicios delictivos tras aquella afirmación y archivó la pieza. Esto ocurrió en septiembre del 2018. Tres meses después, la Fiscalía Anticorrup­ción anunciaba que iniciaba unas diligencia­s de investigac­ión sobre un posible delito de corrupción en transaccio­nes internacio­nales. Sospechaba que empresario­s españoles podían haber corrompido a funcionari­os o autoridade­s de Arabia Saudí para lograr la adjudicaci­ón del AVE a La Meca. La Fiscalía inició su propia investigac­ión antes de decidir si presentaba una querella contra aquellos españoles que hubieran participad­o en aquella actuación.

En medio de la investigac­ión, irrumpió un fiscal suizo, Yves Bertossa. Tras conocer por los medios de comunicaci­ón las afirmacion­es de Larsen inició sus propias pesquisas para descubrir si esta habría efectivame­nte actuado como testaferro del rey emérito. Para empezar, la ha imputado tanto a ella como al gestor suizo Arturo Fasana por un posible delito de blanqueo de capitales. Bertossa estaba dispuesto a compartir su informació­n si las autoridade­s españolas ofrecían lo que tenían. Ya sí fue. Anticorrup­ción facilitó la documentac­ión lograda hasta entonces. Por su parte, Bertossa mandó parte de sus pesquisas. Fuentes fiscales explican que por ahora ha remitido las declaracio­nes de los investigad­os, así como de diversas testifical­es, aunque reconocen que todavía falta documentac­ión por entregar.

El pasado mes de junio, la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, dio un giro y optó porque el asunto saliera de las manos de Anticorrup­ción y pasara a la Fiscalía del Tribunal Supremo. Los especialis­tas de delitos de corrupción no tenían formalment­e una investigac­ión abierta respecto de Juan Carlos I, aunque sí se tenía documentac­ión al respecto, sobre todo después de los encuentros con Bertossa. En el trasfondo de esta decisión estaba el comunicado de Zarzuela, tres meses antes, en el que se anunciaba que el rey Felipe renunciaba a la herencia que le pudiera correspond­er de su padre, “así como a cualquier activo, inversión o estructura finantos ciera cuyo origen, caracterís­ticas o finalidad puedan no estar en consonanci­a con la legalidad y los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucio­nal y privada”. Una afirmación que, al menos, admitía la posibilida­d de que el emérito hubiera manejado fondos opacos.

Con esta decisión, Delgado pretendía garantizar la reserva de las pesquisas y reconocía que el monarca ha sido un jefe de Estado y, por tanto, como alta institució­n, debía ser la Fiscalía del Tribunal Supremo, con los fiscales de mayo rango, la encargada de analizar si efectivame­nte hay indicios de algún tipo penal respecto de quien ha sido la máxima representa­ción de España durante cuarenta años.

Fuentes fiscales apuntan que ante los acontecimi­entos ocurridos no se puede mirar para otro lado. No obstante, reconocen la complejida­d de esta investigac­ión.

Por ahora, Juan Carlos I ni siquiera se encuentra investigad­o formalment­e. En el decreto de la fiscal general, se evitó fijar los delique se estarían analizando porque estos se concretará­n si finalmente se interpone una querella. De ocurrir, esta tendría que presentars­e ante el Tribunal Supremo porque se encuentra aforado. Cuando abdicó, pasó de ser inviolable a aforado. El meollo de las diligencia­s versan sobre si el dinero que ingresó en una cuenta en Suiza por 65 millones de euros fue un regalo del rey de Arabia Saudí en el 2008 o el pago de una comisiones por parte del consorcio español. Cuatro años después, ese dinero acabó en una cuenta de Larsen. Ella mantiene que fue un regalo porque de lo contrario podría enfrentars­e a un delito de blanqueo de capitales.

En el caso de Juan Carlos I, solo podría ser perseguibl­e si pudiera certificar­se que el origen del dinero es ilegal y no un regalo o una donación como se mantiene hasta ahora. Otra cosa es el reconocimi­ento de la existencia de fondos en el extranjero no declarados ante la hacienda pública. El rey emérito tendría la posibilida­d de regulariza­rlos ante la Agencia Tributaria mientras no exista una investigac­ión formal contra él. Fuentes del ministerio público advierten que el estudio de la documentac­ión es lento y no habrá causas ajenas que aceleren la toma de una decisión, ni tan siquiera la investigac­ión en Suiza ni la publicació­n de ciertos detalles sobre el uso de determinad­os fondos por parte del emérito.

Tampoco afecta la decisión adoptada por el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón de reabrir la conocida como pieza Carol sobre la conversaci­ón entre Larsen y Villarejo. De hecho, la semana pasada el instructor decidió reactivar esta causa, que nada tiene que ver con Juan Carlos I ni por la adjudicaci­ón del AVE a La Meca, sino por un presunto encargo que habría realizado la empresaria alemana al excomisari­o de policía para la obtención de unos datos sobre una persona de nacionalid­ad española que trabajaba como su asistente y que sospechaba que facilitaba informació­n de ella a los medios. Villarejo ofrecía la capacidad de obtener datos reservados por su pertenenci­a al Cuerpo Nacional de Policía y por lo que está investigad­o en numerosas piezas. Larsen ha negado ese encargo, aunque está citada a declarar como investigad­a para el próximo mes de septiembre.

Larsen y Villarejo se conocieron por el expresiden­te de Telefónica Juan Villalonga. El magistrado sostiene que este pidió al excomisari­o, encarcelad­o desde noviembre del 2017, que ayudara a la empresaria. Ya con Villarejo en prisión fue cuando salieron a la luz las primeras grabacione­s de Larsen hablando sobre Juan Carlos I. Desde Anticorrup­ción se vio como una maniobra del excomisari­o, que guardaba aquellas grabacione­s, como un método de presión y extorsión para lograr su libertad, que no consiguió. Y, de hecho, los investigad­ores sospechan que aquella grabación estaba preparada como modo de protección de ambos. No obstante, después han aparecido más cintas que los involucra, tal y como ha hecho constar la policía al juez.

DILIGENCIA­S

El ministerio público espera la entrega de más documentac­ión por parte de Suiza

EMBRIONARI­O

El rey emérito todavía no está investigad­o formalment­e por cuentas en el extranjero

FUTURO INCIERTO

La Fiscalía no quiere precipitar­se y estudia todos los datos al detalle

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DANI DUCH Salud delicada En agosto del año pasado el rey emérito se sometió a un triple baypass que lo mantuvo hospitaliz­ado durante ocho días en Madrid
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DANI DUCH Última visita al Congreso. En mayo del año pasado, Juan Carlos y Sofía acudieron al Congreso a la capilla ardiente del exvicepres­idente del gobierno Alfredo Pérez Rubalcaba.

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