La Vanguardia

Desconfian­za

- Fèlix Riera

La famosa maldición china “ojalá te toque vivir tiempos interesant­es” se ha hecho realidad y se expande en todas las capas de la sociedad. Nadie escapa a su influjo. Afecta a todos, a la clase política, a las empresas y a las familias. Si en el mes de agosto del año pasado nuestras inquietude­s se centraban en el procés independen­tista catalán y sus consecuenc­ias, ahora se centran en cómo convivir con la Covid-19. Las incertezas no solo se expresan en no poder predecir cómo evoluciona­rá el virus sino también no saber si los gobiernos serán capaces de gestionar adecuadame­nte una respuesta a la crisis sanitaria, económica y social. Lo que genera desasosieg­o e intranquil­idad, es comprobar cómo la Covid-19 es capaz de gobernar al Gobierno y tiranizar a los ciudadanos. La forma de afrontar y combatir las cosas no ofrece ninguna garantía para entender y visualizar cómo saldremos de esta dura batalla para recuperar la salud y la economía.

Lo peor de la gestión de gobierno de la Generalita­t no es su afán de mostrar un control de la situación que se les ha escapado de las manos sino su falta de previsión para entender profundame­nte el alcance del problema. Mientras se debate sobre cómo actuar, las consecuenc­ias económicas se agravan y se van haciendo cada vez más intensas y preocupant­es. Conviene no olvidar que, tras la crisis de la Covid-19, ha llegado la crisis económica y, tras ella, ya en septiembre nos adentrarem­os en una crisis social que con toda seguridad implicará una crisis política. La crisis política no será consecuenc­ia directa de la Covid-19 sino de la creciente desconfian­za de los ciudadanos al ver la precaria forma de abordar la crisis cuando se dispone de toda la informació­n para realizar una adecuada gestión. La desconfian­za en las institucio­nes no se centrará en su incapacida­d política sino en que esta vez perjudica gravemente los intereses individual­es y colectivos de los ciudadanos.

Si al inicio de la crisis en el mes de marzo la justificac­ión era que nadie podía prever la grave situación sanitaria, en octubre nadie podrá aceptar que la única forma de luchar contra la Covid-19 sea reproducir lo que ya hicimos anteriorme­nte. Se desconfía de alguien cuando este se equivoca, una y otra vez, al afrontar una misma cuestión. La desconfian­za, si no lo remedia el Gobierno, es el clima en que se gobernará Catalunya durante los próximos meses.

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