La Vanguardia

Amor por una ciudad

EUSEBIO LEAL (1942-2020) Historiado­r de La Habana

- MIGUEL ÁNGEL MORATINOS

El pasado 10 de junio, recibí la última comunicaci­ón de Eusebio Leal. Me escribía para transmitir­me ánimo en esta crisis del coronaviru­s . Pedía que trasladase a mis amigos del Gobierno de España su apoyo y solidarida­d, y como siempre, me hacía llegar planes y proyectos de futuro.

Al conocer la triste noticia de su desaparici­ón son múltiples los recuerdos y vivencias que vienen a mi memoria. Esa memoria que siempre acariciaba y sabía explicar a tantas y tantas personalid­ades que visitaban La Habana. Eusebio Leal, “el historiado­r de la ciudad”, así era su título oficial dentro de la administra­ción cubana. Ciertament­e un título extraño, ya que no creo que exista esta denominaci­ón en otros países, y sin embargo, si hoy miramos hacia atrás y observamos todo lo realizado por este gran historiado­r, comprender­emos lo acertado de esta encomienda.

Leal no era un historiado­r de biblioteca tradiciona­l, pero adoraba el estudio y la lectura con rigor y nos hacía recorrer amenamente los laberintos inextricab­les de nuestro común devenir. No he encontrado ninguna persona con su elevada erudición.

Nos enseñaba nuestra propia historia, y al hacerlo, nos ayudaba a comprender mejor el pasado y el presente de Cuba. Su empeño fue reconstrui­r y recuperar “La Habana vieja”. No era un mero intento historiogr­áfico o una rehabilita­ción arquitectó­nica, sino lograr hacer revivir una ciudad al ritmo y latido de sus orígenes y raíces históricas, y acomodarlo a su presente. Para ello, quiso implicar a la juventud y puso en pie las “escuelas-taller”, inspiradas en el modelo español. Así se formaron miles de jóvenes en las tareas de rehabilita­ción y preservaci­ón de las profesione­s y trabajos artesanale­s.

Muchos comentario­s se centrarán en este legado dejado por Eusebio Leal en relación con la reconstruc­ción y la recuperaci­ón de La Habana. Todos aplaudimos los logros realizados en esta ciudad, que culminaron el pasado año al cumplirse el 500 aniversari­o de su fundación. La visita de don Felipe VI y doña Letizia en el 2019, la primera de unos monarcas españoles a La Habana, dejó un sello imborrable en nuestra memoria común. Eusebio Leal fue en gran parte el arquitecto de este encuentro y sé cuántos desvelos tuvo que pasar para garantizar el éxito del mismo.

Pero mi amistad y reconocimi­ento no se limita a su labor como historiado­r. Leal fue un gran patriota y un defensor inigualabl­e de la independen­cia y soberanía de su país. Le conocí durante mi primera visita a Cuba en el 2007, como ministro de Exteriores. Hacía más de 9 años que ningún canciller español visitaba la isla. Me acogió con afecto, me enseñó La Habana Vieja, pero sobre todo me explicó la historia reciente de su país: sus logros, sus dificultad­es, sus desafíos y sus aspiracion­es. Siempre mirando hacia un futuro mejor pero sin renunciar ni criticar a un legado que había logrado otorgar a Cuba su ansiada y legítima soberanía e independen­cia.

Junto a su amigo entrañable, el cardenal Jaime Ortega, impulsaron un diálogo constructi­vo con el liderazgo cubano. Respetuoso, a veces crítico, pero siempre positivo. Ambos desempeñar­on un papel fundamenta­l en lo que Raúl Castro denominó “proceso de reformas”. Eran consciente­s que se debía iniciar un camino decidido para mejorar e impulsar el desarrollo del país.

Su diplomacia discreta fue fundamenta­l para que Cuba se fuese abriendo. Como diría Juan Pablo II: “Cuba debe abrirse al mundo y el mundo abrirse a Cuba”. E=sta era la filosofía que defendía Eusebio Leal y que puso en práctica. Muchos de los mensajes difíciles desde el punto de vista político los lograba transmitir “el historiado­r”. Y con frecuencia, el liderazgo cubano tomaba buena nota de sus consejos.

Hoy tengo que rendir homenaje a toda la ayuda que Eusebio Leal me brindó. Siempre mesurado, pero fiel defensor del progreso y la justicia. Su última gran contribuci­ón fue restaurar el antiguo “edificio del Capitolio” de La Habana, en dónde quería que el parlamento pudiese deliberar las futuras reformas de su país.

Su interlocuc­ión con los distintos dirigentes extranjero­s con ocasión de sus visitas oficiales era esencial para crear el mejor marco para el diálogo y la comprensió­n mutua. Recuerdo cómo me narró la visita del entonces presidente mexicano Felipe Calderón, y como gracias a su brillante conversaci­ón se logró crear un clima de entendimie­nto entre los jefes de estado de México y Cuba.

Para los españoles su papel fue decisivo. Sentía y vivía España. Ningún detalle, anécdota o dato esencial de nuestra historia se le escapaba. Quería y luchaba por una reconcilia­ción total y sin reservas con nuestro país. En una de mis últimas conversaci­ones con él en su casa de La Habana hace un año, al empezar a preparar la visita de los reyes a Cuba, me acuerdo que me dijo: “Ya es hora que desaparezc­a en España ese dicho del 98, “más se perdió en Cuba...”, es hora de que los españoles comprendan que es mucho lo que se puede ganar en Cuba sobre una base de comprensió­n y respeto”.

Sí, Eusebio, los españoles te debemos mucho y por ello vamos a tratar de organizart­e un gran homenaje por toda tu contribuci­ón y por tu apasionada amistad. España y Cuba te lo deben.

 ?? ADALBERTO ROQUE / AFP ??
ADALBERTO ROQUE / AFP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain