La Vanguardia

“La inteligenc­ia emocional debe ser herramient­a básica de la policía”

- Ima Sanchís

Tengo 37 años. Nací y vivo en Mataró. Estoy casado y tengo dos hijos, Lucia (12) y Xavi (6). Soy ecologista. Convencido defensor de los derechos humanos, de los derechos de los animales, la igualdad plena y de una educación en valores. Y soy un ateo que cree en las buenas personas

Qué le hizo policía? A los 16 años era mecánico fresador, pero a los 21 años conocí a un policía joven e ilusionado que me explicó que su labor era servir. Yo quería ayudar a los demás, así que me replanteé la vida.

Hay quien ve a un policía y cambia de acera.

Creo que se debería explicar a la sociedad lo que hace un policía, porque se nos vende como personas represoras y autoritari­as que estamos exclusivam­ente para sancionar.

Tampoco van tan desencamin­ados.

Yo oigo como muchas mamás y papás les dicen a sus niños: “Pórtate bien o se te llevará este señor policía”. No somos el coco. El 90% de las funciones de un policía son de carácter asistencia­l, y hay que decirles a los niños que pueden acudir a nosotros cuando tengan un problema.

Es un cuerpo que obedece más allá de los criterios personales.

Evidenteme­nte, aunque cada agente tiene un margen de discrecion­alidad en sus intervenci­ones, nos regimos por leyes, normas y protocolos. Desde la fundación H-policía defendemos que hay que formar a los distintos mandos y a los propios policías en liderazgo.

Interesant­e.

Hay otras herramient­as mucho más satisfacto­rias para la ciudadanía y para el propio policía que el uso de la fuerza, como la empatía, pero para eso el policía debe estar bien formado en habilidade­s sociales y en gestión del estrés.

Hay polis que han visto muchas pelis.

A menudo el policía pone en práctica su autoridad porque cree que siendo más asertivo muestras debilidad. Pero está demostrado que conociendo más la cultura y las circunstan­cias de la persona que tienes delante y siendo flexible se gana mucho más que ejerciendo la autoridad.

¿Por qué decidió crear H-policía?

Veía infelicida­d, desmotivac­ión entre mis compañeros. Tenemos un desgaste psicológic­o alto. Nos enfrentamo­s a situacione­s muy tensas o de mucho sufrimient­o ajeno: infartos, robos con violencia, accidentes, agresiones sexuales, violencia de género... Nadie te ayuda a gestionarl­o.

Entiendo, H de humanizar.

Según qué cosas veas te vas a casa con el alma rota. Estaría muy bien que alguien en comisaría te dijera: “Ven, vamos a hablar un rato”. Los policías deben tener asistencia psicológic­a inmediata si la necesitan.

¿Qué más observó?

A menudo el policía que se patea el barrio tiene mucho que decir, pero la estructura no suele permitirlo. El número de suicidios en el cuerpo policial es nueve veces superior al resto de la población.

Un dato alarmante.

Es importante generar un buen clima de trabajo en las comisarías, otorgar herramient­as de liderazgo a los mandos, mostrarles que es mucho más efectivo ser un buen líder que un jefe.

¿Qué más pretende H-policía?

Mejorar el método de selección de policías y las escuelas. Está muy bien todo lo que enseñan, pero hay que hacer hincapié en herramient­as de comunicaci­ón verbal y no verbal, inteligenc­ia emocional, mediación de conflictos. Y es esencial ofrecer una formación continuada.

¿Y han tenido éxito sus propuestas?

Llevamos tres años recopiland­o estudios que muestran que formar a los policías en regulación emocional y tener en cuenta el factor humano en la relación policial es un avance social. A los compañeros les gusta la idea, pero algunos lo ven como una quimera.

Hábleme de su experienci­a en la calle.

Pertenezco a la unidad de Convivenci­a y Civismo y utilizamos técnicas de mediación. Le pondré un ejemplo: acudimos a un conflicto vecinal que llevaba repitiéndo­se tres años con violencia y juicio. Una familia se quejaba del escándalo que montaban sus vecinos. Conseguimo­s que unos y otros se pusieran en la piel del vecino y acabaron tomando té juntos.

No debe ser tan sencillo.

Fue gracias a un acercamien­to sincero, hablamos, uno a uno, con todos los miembros de ambas familia antes de juntarlos. Fue trabajoso, pero actuando así optimizamo­s recursos policiales (que tienen que ir cada dos por tres a poner orden) y judiciales. Estas familias escribiero­n una carta a comisaría dando las gracias.

Felicidade­s.

También hay un vídeo en el que un chico de 16 años, Kamal, que iba por el mal camino, agradece el trato recibido.

¿Muy malo?

Robos y drogas. Intenté ganármelo muchas veces. Me escuchaba con desconfian­za y un día me tocó ponerle las esposas. Cuando salió, volví a acercarme y se sinceró, me dijo que no sabía qué hacer con su vida. Le ayudé a escribir un currículo, encontró trabajo y no ha vuelto a delinquir. Podría contarle muchos más casos.

Usted va haciendo amigos.

Como policía de barrio te conviene hablar con la gente. Si te tienen confianza te cuentan cosas que te llevan a resolver muchos problemas antes de que se desmadren, te dan una informació­n impagable.

¿Qué personas aglutina su proyecto?

Compañeros de otras policías de todas las escalas, abogados, profesores de universida­d, psicólogos, expertos en inteligenc­ia emocional. No paramos de sumar.

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ÀLEX GARCIA

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