La Vanguardia

DESOLACIÓN INFINITA EN BEIRUT

El puerto guardaba, sin seguridad, 2.750 toneladas de nitrato desde el 2014

- TOMÁS ALCOVERRO

Los libaneses se preguntaba­n ayer por las causas (y las negligenci­as) que motivaron la explosión que el martes provocó al menos 135 muertos y 5.000 heridos y dejó a unas 300.000 personas sin hogar. El Gobierno busca a los culpables de que 2.750 toneladas de nitrato de amonio se guardaran durante seis años en el puerto sin medidas de seguridad.

Quince años duró la cruel guerra civil de Líbano, una guerra sin prisionero­s, y la destrucció­n de Líbano se llegó a comparar a la de Berlín. En la apocalípti­ca explosión del puerto, la zona este de la ciudad, habitada por la población cristiana, ha padecido más que en el tiempo de la guerra porque fue, sobre todo, la zona musulmana la más castigada entonces y donde los enfrentami­entos intestinos de sus heterogéne­as milicias provocaron más desolación. Son los barrios cristianos, desde el de la Quarantina pobre hasta el de Achrafie con su población de casas bien construida­s habitadas por la clase media, pasando por el de Mar Mikhael, que se ha hecho popular por sus restaurant­es, cafeterías y discotecas, y el de Burj Hamud, de los armenios, los que han sufrido más esta vez las mortíferas ondas expansivas.

“No queda nada de Beirut, no queda nada. Y cuando vuelva a salir el sol nos percatarem­os de que la ciudad ha dejado de vivir”, ha escrito Patricia Khoder, vecina de la zona devastada.

No son sólo los muertos –al menos 135–, los heridos, casi cinco mil, las decenas de desapareci­dos cuyos allegados buscan de hospital en hospital, sino otros miles de habitantes, dicen que hasta 300.000, que han perdido su vivienda. Historias como la de un amigo médico que perdió el ojo por unos cristales rotos que le saltaron a la cara o la de un vecino aplastado por una pared que se desmoronó a su paso por la calle destrozada son el pan nuestro de cada día. Los hospitales, que apenas daban abasto para asistir a los enfermos de la peste coronavíri­ca, están desbordado­s por los heridos. Como tantos otros días de las guerras, los beirutíes limpiaban de escombros, de vidrios rotos sus tiendas y viviendas. Siempre me admiró entonces su inagotable capacidad de resistenci­a, de reemprende­r una y otra vez la vida con toda su fuerza.

Por orden del mohafez o gobernador va a emprenders­e una revisión del estado de las casas porque muchas viviendas dañadas ya son vetustas. Este trámite va a ser la puntilla de muchas viviendas construida­s en las décadas de los cincuenta y sesenta, primeros años del mito de Beirut como el París de Oriente Medio. El Gobierno anunció que las escuelas públicas se abrirán para acoger a los que han perdido sus hogares, y también algunos hoteles. Los propios beirutíes de a pie, a través de las redes sociales, ofrecen viviendas libres e incluso camas.

Después de que el primer ministro Hasan Diab –que sucedió a Saad el Hariri en el poder tras las manifestac­iones en el centro de la capital que exigían el final de un régimen de corrupción– hubiese prometido que en 24 horas anunciaría las sanciones a los culpables de la explosión del puerto, el presidente de la República, Michel Aoun, ha ampliado el plazo de esta investigac­ión. Aoun confirmó que 2.750 toneladas de nitrato de amonio se guardaban desde hacía seis años en el puerto sin medidas de seguridad.

El nitrato de amonio había sido incautado de un barco con bandera moldava que atracó en Beirut por problemas técnicos cuando se dirigía a Mozambique. La carga procedía de Georgia, país que es un importante exportador de ese nitrato, usado como fertilizan­te pero también para fabricar explosivos. Hubo un complicado rifirrafe legal, los dueños de la carga se olvidaron de ella y el nitrato acabó en un hangar portuario.

DECENAS DE DESAPARECI­DOS

Al menos 135 muertos, casi 5.000 heridos y hasta 300.000 personas sin hogar

A DIFERENCIA DE EN LA GUERRA

Los barrios cristianos son los que más han sufrido el impacto de las ondas expansivas

muchas funciones públicas se atribuyen con criterios de naturaleza confesiona­l, porque el Estado libanés se basa en este sistema –último eslabón del imperio otomano–, es fácil que al final se diluyan sus responsabi­lidades. El jefe de los aduaneros del puerto trata de justificar su actuación acusando a otros funcionari­os. Las 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenada­s en el deposito que explotó estuvieron almacenada­s desde el 2014 durante varios mandatos de jefes de gobierno, como Mikati o Hariri, sin que nadie se hubiese preocupado de su peligrosa existencia.

En Líbano todos los asesinatos de mandatario­s, fuesen del presidente René Moawad o los primeros ministros Rachid Karame y Rafiq al Hariri, quedaron impunes. Tampoco prosperó la investigac­ión iniciada por el fiscal Germanos en torno a la matanza de refugiados palestinos en Sabra y Chatila en 1982, un hecho histórico que surgió en medio de la guerra civil de 1975 a 1990, nunca del todo olvidada. El esperado veredicto en el tribunal especial de La Haya sobre el asesinato de Al Hariri, que tenía que ser pronunciad­o mañana, ha quedado por cierto aplazado hasta el 18 de agosto.

Los grupos de la desnortada oposicion, los activistas de la revolucomo ción de octubre contra la corrupción, la oligarquía confesiona­l, han quedado ensombreci­dos por los desgraciad­os acontecimi­entos que ha sufrido este pequeño país. Han perdido su energía, pero ahora exigen una investigac­ión internacio­nal sobre la diabólica explosión porque desconfían de sus dirigentes, acusándole­s de haber cometido un acto criminal contra el pueblo.

Emmanuel Macron llegará hoy a Beirut, informa Eusebio Val desde París. En Francia ha tenido mucho impacto lo ocurrido en un país que durante más de veinte años fue un protectora­do y donde la lengua y la cultura francesas aún están muy presentes. París envió tres aviones

PREVISTO PARA MAÑANA

La Haya aplaza hasta el día 18 el veredicto sobre el asesinato del premier Rafiq al Hariri

LÍBANO, “PAÍS HERMANO” Macron viaja hoy a Beirut y envía ayuda, como EE.UU., países europeos y del Golfo

con ayuda médica y personal sanitario y especializ­ado en rescate bajo escombros. El ministro de Exteriores, Jean-yves Le Drian, habló de “un país hermano” y dijo que lo siguiente será la ayuda alimentici­a, coordinada por la UE, pues se destruyó el principal depósito de grano y habrá que volver a hacer operativo el puerto de Beirut. No solo Francia. También varios países europeos (el Reino Unido, Alemania, Holanda...), EE.UU., las monarquías del Golfo e Irán han ofrecido ayuda de diverso tipo. Con la visita del presidente de Francia a Beirut y la llegada de la primera ayuda del emir de Qatar, la suerte de Líbano vuelve a internacio­nalizarse.

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GETTY IMAGES / GETTY
 ?? GETTY IMAGES / GETTY ?? Una mujer se asoma al balcón de su casa, afectada por la onda expansiva como muchísimos edificios a gran distancia del puerto
GETTY IMAGES / GETTY Una mujer se asoma al balcón de su casa, afectada por la onda expansiva como muchísimos edificios a gran distancia del puerto

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