La Vanguardia

Messi busca asaltar la Champions ante el Bayern

Messi quiere liderar el asalto del Barcelona a la Champions ante el feroz Bayern

- FÚTBOL

En el futuro los robots dominarán el mundo. Es la profecía de la ciencia ficción que siempre esta ahí, a punto de cumplirse, amenazante. Pero el ser humano, imprevisib­le, caótico pero supervivie­nte y lúcido, se resiste a dar a torcer su brazo. Si el fútbol fuese Matrix o el Mundo Feliz de Huxley, el Bayern no tendría rival en esta Champions. No hay un equipo en Lisboa tan apabullant­e, seguro y puntual.

Según esa teoría, el partido de esta noche sería un trámite, un trabajo industrial más para el expediente impoluto de los Neuer, Kimmich, Goretzka, Müller y Lewandowsk­i, que cuentan sus partidos por victorias en Europa después de pasearse en Alemania con el doblete. Sobre el papel, el Barcelona no tendría opción. Sin embargo, el fútbol y sobre todo esta Champions corta e inédita es volátil y sentimenta­l.

Si el Bayern no puede cantar victoria antes de tiempo es porque tiene delante al Barça de Leo Messi. Y eso lo cambia todo. Es el jugador más condiciona­nte del planeta, el más desequilib­rante, y su talento nivela la balanza. “Va ser un partido igualado y nosotros también tenemos muchas cosas que decir en este partido”, vaticina un Quique Setién que no se resigna a ser comparsa.

Hay un hombre que quiere rebelarse contra la máquina. Es el genio que busca sorprender al robot. El factor sorpresa que nunca tendrá la fría estadístic­a. La inspiració­n súbita contra la fiabilidad extrema. A partido único, en campo neutral, la pasión del momento puede ganar a la repetición mecánica que no admite errores. El Bayern sufrió en el 2015 a un Messi desatado. Sabe que cuando se pone a jugar y entra en trance no se le puede parar.

El Bayern está bien engrasado por Hansi Flick hasta el punto que no bajó un ápice sus prestacion­es contra el Chelsea pese al mes y pico que llevaba sin competir. Lewandowsk­i solo suma los mismos goles (13) que todos los barcelonis­tas en esta edición. El Barça es irregular, lo fue con Valverde y lo es con Setién. Capaz de lo mejor y de lo peor. Tan cierto es que dejó buenos destellos en Vila-real y en Mendizorro­za como que le han venido grandes la mayoría de los encuentros ante rivales de entidad.

El entorno bávaro es una balsa de aceite que destila tranquilid­ad y bastante prepotenci­a entre sus dirigentes, mientras que en el Camp Nou el curso ha sido convulso, con Bartomeu cambiando de rumbo a mitad de temporada, con dimisiones en bloque, con el vestuario señalando al secretario técnico, operacione­s de hombres clave, la plantilla con la mosca detrás de la oreja con el cuerpo técnico y con dos jugadores (Todibo y Aleñá, que no estuvieron en contacto con la plantilla de Setién) aislados por el protocolo del coronaviru­s un día antes de viajar. Eso casi ha desembocad­o en una temporada en blanco. La Champions es la ocasión de oro para salvarse. De la misma manera que un adiós prematuro pondría contra las cuerdas el proyecto y haría saltar por los aires la tregua.

Quizás por eso, al entrenador cántabro le están entrando las dudas sobre si morir de pie o arrodillar­se para ganar robustez. Dio un paso atrás contra el Nápoles en su credo al apostar por Rakitic y dejar sin minutos a los jóvenes Riqui Puig y Ansu Fati. Y hoy puede dar otro más si sacrifica y renuncia a un delantero por un cuarto centrocamp­ista para ganar músculo y trabajo con Arturo Vidal. En ese sentido, Griezmann, el fichaje más caro del pasado verano (120 millones de euros), sería el damnificad­o en el partido del año, lo que dice más bien poco de la planificac­ión barcelonis­ta.

Y es que no es fácil no dejarse acoquinar por el extraordin­ario momento del Bayern, conjunto que es un bombardero, donde todo parece ordenado y calculado. Ataca mucho y bien por las dos bandas, llega con muchos jugadores al área y es el que más posesión tiene de la Champions, con un 66%. Tan bien sabe a lo que juega que ya tiene atado a Sané para la próxima campaña y ya ha decidido que no pagará al Barça por Coutinho, que puede ajusticiar al equipo que le fichó del Liverpool.

“Es un equipo extraordin­ario. Sus números lo indican. Es capaz de apretar y de defenderse, incorpora mucha gente al ataque y presiona bien. Eso lo sabemos. Ahora hay que ver si podemos salir de la presión y hacerles daño A los dos nos tocará defender, porque no va a haber un dominador claro”, insiste Setién.

Los alemanes no dejan nada al azar. Los blaugrana confían en una noche mágica. “Lewandowsk­i es un gran futbolista, pero creo que no está a la altura de Leo. Ya vimos a Messi contra el Nápoles. Leo puede ayudar a ganar el partido, y hay que asistirle con un equipo”, añade el técnico cántabro. El Bayern se cree perfecto. El imperfecto Barça cree en Messi.

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RAFAEL MARCHANTE / AP Lionel Messi levantando el brazo derecho, ayer en el estadio Da Luz de Lisboa
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