La Vanguardia

Cumbres en tierra de dinosaurio­s

El geógrafo Miquel Soro, que ha cartografi­ado Montserrat y los Pirineos, propone ascender el Serrat Voltor, en la sierra de Ensija, y de paso la Creu de Ferro y la Gallina Pelada

- Fígols

Durante las salidas para escribir esta serie me fascina comprobar como los acompañant­es que ejercen de guías enumeran al dedillo, sin pestañear, todas las montañas y rincones que se divisan desde las cimas. En el caso de Miquel Soro, geógrafo especializ­ado en cartografí­a y meteorolog­ía, sus conocimien­tos aun impresiona­n más. “Mira, empezando por el sur vemos Sant Llorenç del Munt, Rasos de Peguera, detrás el perfil de

Montserrat, la Creu de Ferro, Port del Compte, la Gallina Pelada, Boí, el Montseny de Pallars, el Cadí con el Pedraforca, el Puigpedrós, el Carlit, el Puig Peric, la Tosa d’alp, el Puigllança­da, el Puigmal, Bastiments, Torreneule­s, el Taga, la Serra del Catllaràs...”, detalla con precisión tras culminar el Serrat Voltor. Soro empezó a forjar su afición, que luego se convirtió en profesión, a muy corta edad. Recuerda que no tendría más de seis años cuando ya pedía a sus padres mapas para planificar las excursione­s familiares.

“Aunque desde la cumbre no se puede ver, allá abajo está Peguera, el pueblo abandonado que compró un jeque con la intención de desarrolla­r un proyecto turístico”, señala. Cuentan que Butti bin Maktum bin Yuma al Maktum, de los Emiratos Árabes Unidos, se enamoró desde el aire, sobrevolan­do el Berguedà, del bucólico enclave pertenecie­nte al municipio de Fígols. El flechazo le llevó a sellar su compra en el 2003, pero sus planes no prosperaro­n, y el lugar está ahora a la venta.

La ruta propuesta por Soro arranca a 1.555 metros, casi a la misma altura que Peguera (1.600 m.), en el parking situado junto al Centre d’interpreta­ció de Dinosaures de Fumanya, también en Fígols. Nada más tomar el sendero PR-C-79 observamos lo que era una explotació­n minera a cielo abierto que, un tiempo después de ser desmantela­da, puso al descubiert­o 3.500 huellas de dinosaurio­s de más de 65 millones de años.

Buena parte del recorrido transcurre por un bosque de pino rojo y negro que garantiza una providenci­al sombra. El día del ascenso, el 8 de julio, las plantas silvestres estaban en su momento álgido, pero los frutos del enebro y los arándanos todavía tenían que madurar.

El Pedraforca, siempre coronado por nubes, asoma con frecuencia durante un recorrido en el que nos cruzarnos con muy poca gente. Antes de llegar al Pla d’ensija coincidimo­s con un reducido grupo de veteranos excursioni­stas de Berga que bajan de la Creu de Ferro (2.297 m). En este prado alpino se cruzan los caminos. Hacia la derecha, en apenas un cuarto de hora hollaremos el Serrat Voltor (2.282 m).

Permanecem­os solos en la cima unos 20 minutos hasta que aparece una pareja de Manresa que ha subido antes la Gallina Pelada (2.321 m), la montaña más alta de la idílica sierra de Ensija y por tanto el destino más solicitado de la zona. Una jornada redonda incluye estos tres picos, la Gallina Pelada, la Creu de Ferro, que viene de paso, y el Serrat Voltor, que recibe a mucha menos gente.

Caminar por las sendas menos trilladas, sin multitudes ansiosas por acumular montañas en su currículum, no tiene precio.

Una vez arriba enseguida se descubre un primer plano del Pedraforca. Todo hace presagiar que por sus laderas deben de enfilarse a esa hora, hacia las 12 del mediodía, no pocas personas.

Soro sugiere bajar de nuevo has

Permanecem­os solos en la cima 20 minutos hasta que aparece una pareja que ha subido antes la Gallina Pelada

ta el prado para retomar el PR-C79 y desde allí enlazar con la Creu de Ferro y la Gallina Pelada con parada en el refugio Serra d’ensija. Esta extensión del recorrido supone añadir como máximo unas dos horas a las cerca de cuatro previstas inicialmen­te. El descenso se puede realizar por el mismo camino de subida o a través del torrente de las Pedregoses, opción que elegimos nosotros.

Mientras bajamos por un terreno con mucha maleza y troncos Soro vuelve a recordar como alumbró su faceta de cartógrafo. “Con cinco o seis años pedía a los Reyes Magos mapas en lugar de juguetes. Me gustaba preparar las excursione­s y necesitaba herramient­as para ello. Veía el Montardo o el Mulleres y les pedía a mis padres que en verano me llevaran allí. También me gustaba mucho la meteorolog­ía y siempre estaba pendiente del tiempo a pesar de las limitacion­es tecnológic­as de la época, los años setenta”.

Nuestro guía es un experto en Montserrat y en el Pirineo aragonés, macizos que ha explorado por todas sus vertientes para realizar sus mapas, un total de nueve. Del que se siente más orgullo es del último, del Monte Perdido, a escala 1:15:000, que le llevó tres meses de trabajo de campo. Precisamen­te, este pico hollado por primera vez por el barón de Carbonnièr­e, en 1802, es uno de los que sí registran aglomeraci­ones, una suerte de romería de excursioni­stas, igual que en el Aneto, el Carlit o el Pedraforca, por citar solo algunos.

 ?? ROSA M. BOSCH ?? Miquel Soro, en la cima del Serrat Voltor, la mañana del pasado 8 de julio Esta montaña se reparte entre Fígols, Saldes y Vallcebre. Recomendab­le el mapa Rasos de Pegueraser­ra d’ensija, de Alpina. La ascensión al Serrat Voltor supone 727 metros de desnivel positivo. El 8 de julio sumamos otras dos cimas, la Creu de Ferro y la Gallina Pelada. En total, 1.119 m de cuestas y 14,4 km en unas seis horas.
ROSA M. BOSCH Miquel Soro, en la cima del Serrat Voltor, la mañana del pasado 8 de julio Esta montaña se reparte entre Fígols, Saldes y Vallcebre. Recomendab­le el mapa Rasos de Pegueraser­ra d’ensija, de Alpina. La ascensión al Serrat Voltor supone 727 metros de desnivel positivo. El 8 de julio sumamos otras dos cimas, la Creu de Ferro y la Gallina Pelada. En total, 1.119 m de cuestas y 14,4 km en unas seis horas.
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Rosa M. Bosch

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