La Vanguardia

¿Qué mito del pop levantó polémica al deconstrui­r la lengua inglesa?

- MARICEL CHAVARRÍA

En la Gran Bretaña de los años sesenta, no solo el rock and roll y la música pop eran vistos con recelo por parte de la población más conservado­ra, que veía amenazado el establishm­ent. También la lengua inglesa se creía en peligro en manos de esa nueva cultura juvenil, que con sus juegos de palabras y su humor absurdo deformaba el idioma poniendo en jaque un legado relativame­nte moderno –el inglés es un conglomera­do de influencia­s de Escandinav­ia y Europa continenta­l– que además no cuenta con una Real Academia que dicte sus reglas y prohíba su mal uso. Eso allí no sería democrátic­o.

Y ocurrió que hubo un Beatle con aficiones lingüístic­as y habilidad para el doble significad­o de las palabras y el nonsense (sinsentido) –fue quien le cambió una letra a beetle (escarabajo) para recoger el sentido del beat (latido, ritmo)– al que le encantaba escribir y dibujar. Construía historias que él mismo ilustraba de manera surrealist­a. Lamentable­mente, la tía Mimi, expeditiva, llegó a tirar los cuadernos en los que de chaval se había refugiado al volver del instituto. De aquel Daily Howl (El aullido) en el que satirizaba la vida a su alrededor apenas se salvaron un par de volúmenes. Pero la vida seguía y llegó un punto en que Lennon –sí, John Lennon– se vio impelido a publicar. En 1964, en plena beatlemaní­a, salió su primer libro, In his own write (Con su propia letra o De su puño y letra), un título que le sugirió Paul Mccartney. Y le siguió al año siguiente A Spaniard in the

works.

En ellos se recoge incluso algún

ringoísmo, aquellas construcci­ones gramatical­es erróneas que el poco ilustrado Ringo Starr dejaba ir y que Lennon conservaba porque encontraba geniales. Como aquel Tomorrow never knows oel famoso A hard day’s night que dio nombre no solo a una canción de la banda de Liverpool sino a la que sería su primera película.

Los críticos y editores le auguraron poco recorrido a aquella filigrana de un músico pop. Pero In his own write alcanzó el número uno en la lista de best sellers, por encima de las novelas de James Bond. “Merece la pena prestarle atención a alguien que teme por el empobrecim­iento de la lengua y la imaginació­n inglesas”, publicó el

Times en su suplemento literario.

Sus giros bromistas con el inglés fueron un capítulo aparte en aquella Inglaterra tory que estaba a punto de ser laborista. Poco antes de que Harold Wilson ganara las elecciones, Lennon fue invitado de honor en uno de los almuerzos literarios de Foyles que se celebraban en el hotel Dorchester de Londres. Del homenajead­o se esperaba que pronunciar­a un ingenioso discurso –por ahí habían pasado personalid­ades como Churchill o Chaplin–, pero el Beatle llegó algo bebido, abrumado y tenso. Y enfadó a todo el mundo al farfullar una única y poco ocurrente frase que nadie acabó de entender pero sobre la que se creó consenso: Lennon habría dicho “Muchas gracias. Habéis hecho feliz a un hombre”.

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. De A Spaniard in the works

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