La Vanguardia

Alcoa, la lucha del azul eléctrico

La multinacio­nal acepta aplazar el medio millar de despidos en Lugo mientras negocia vender la planta de aluminio

- ANXO LUGILDE

LSantiago de Compostela

a lucha de los lazos de color azul eléctrico se apuntó ayer una trabajada victoria parcial, que se antojaba muy complicada hace solo un mes. El triunfo, por ahora momentáneo pero con algunas opciones de devenir en definitivo, consiste en que la multinacio­nal estadounid­ense Alcoa acepta prorrogar en seis semanas, hasta el 28 de septiembre, la negociació­n sobre el despido colectivo de 534 trabajador­es, la mitad de la plantilla de su complejo de San Cibrao, que es la principal industria de la provincia de Lugo. Este aplazamien­to, a instancias del Gobierno y la Xunta, tiene por objeto negociar la venta a Liberty House de la parte dedicada a producir

Alcoa es la Nissan gallega, pero con un peso económico enorme en la deprimida provincia de Lugo

aluminio en vez de cerrarla.

Los lazos azul eléctrico funcionan en las carreteras lucenses como un anuncio de la proximidad de la fábrica de Alcoa, pues dentro comarca de A Mariña abundan sobre todo en las inmediacio­nes de San Cibrao, desde Viveiro por el oeste y desde Foz por el este. Su colocación se inició a principios de febrero, dentro de una campaña promovida por el comité de empresa, que suscitó un elevado respaldo social, en favor de la industria electroint­ensiva, la gran consumidor­a de energía. En aquel momento se estaba dislento cutiendo el estatuto especial para este tipo de fábricas prometido por el Gobierno y que en esta zona costera de Lugo aparecía como la tabla de salvación para su pulmón productivo.

Sin embargo, a finales de mayo, en plena desescalad­a, y justo cuando se conocía la intención de Nissan de cerrar su planta de Barcelona, Alcoa anunciaba el despido de medio millar de trabajador­es de su factoría de San Cibrao, con la clausura de facto de la parte dedicada a producir aluminio, mientras solo se mantendría el otro segmento, el del producto intermedio, la alúmina, que se obtiene a partir de la materia prima, la bauxita que llega en barco desde Guinea Conakry.

Alcoa es la dueña de esta fábrica lucense desde finales de los 90, cuando, en el marco de las privatizac­iones del gobierno de José María Aznar, le compró al Estado el antiguo grupo público Inespal, que también incluía, entre otras, las plantas de aluminio de A Coruña y Avilés. Éstas fueron vendidas el año pasado, después de una amenaza de cierre, en un momento de bajos precios en el mercado internacio­nal. Este turbuproce­so, que incluyó la parada de las cubas de electrolis­is, sirvió de ejemplo a los trabajador­es de Lugo, que lucharon para que las suyas siguiesen activas.

“Se abre un periodo que esperamos que sea fructífero para la venta para así poder continuar funcionand­o muchos años con las electrolis­is y las cubas hasta que nos podamos jubilar en la fábrica”, apuntó el presidente del comité de empresa, José Antonio Zan, al término de la reunión mantenida ayer en Santiago con la dirección de Alcoa.

La oferta de Liberty House, que forma parte del conglomera­do GFG Alliance, se conoció a finales de julio. Llegó después de que el Ministerio de Industria llevase tiempo acusando a Alcoa de simplement­e querer cerrar, después de haber recibido grandes ayudas públicas, y mientras, en plena campaña de las autonómica­s, la Xunta señalase que todo era culpa de la “ideologiza­da” política energética del Gobierno. Sin embargo, pasadas las elecciones se impone por ahora la colaboraci­ón institucio­nal para intentar salvar la fábrica, un oasis en el desierto industrial lucense.

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ELISEO TRIGO / EFE Una imagen de los miembros del comité de empresa en la mesa de negociació­n

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