La Vanguardia

Moscú, dispuesta a ofrecer ayuda militar a Minsk si es necesario

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ko se vaya. Además de miles de detenidos, en las protestas de la última semana han muertos dos personas.

Lukashenko niega el fraude. “Si nos inclinamos ante ellos, caeremos en picado. Desaparece­remos como estado, como pueblo, como nación”, aseveró. Según él, si los bielorruso­s quieren reformas, “las autoridade­s las iniciarán mañana”.

Los medios de la oposición, como el portal Tut.by, sostienen que Lukashenko, de 65 años y exdirector de una granja colectiva en la época soviética, utilizó métodos de esos años para llenar su mitin, llevando a la gente en autobús desde otras ciudades o amenazando con despedir a los funcionari­os públicos si se negaban a acudir al acto.

“A una pariente mía de Khótimsk la han obligado a asistir al evento. Trabaja como economista en un koljós. Khótimsk está a 450 kilómetros de Minsk”, explicaba una lectora de Tut.by. Otro lector decía que desde la ciudad de Pinsk partieron seis autobuses a las seis de la mañana, con trabajador­es de una fábrica cárnica, funcionari­os públicos y policías vestidos de paisano.

El mitin de partidario­s poco voluntario­s le sirvió a Lukashenko para subrayar que no se va a rendir. “Si alguien quiere renunciar al país, incluso cuando yo esté muerto, no lo permitiré”, dijo en otro exceso de irrealidad. Para no caer, el mandatario bielorruso cuenta con su poderoso aliado de Moscú. Lukashenko mantuvo ayer su segunda conversaci­ón telefónica del fin de semana con el presidente de Rusia, Vladímir Putin. El Kremlin dijo ayer que está listo para darle apoyo militar si es necesario, aunque precisó que Putin le ofreció esta ayuda dentro del marco de la alianza militar colectiva a la que ambos países pertenecen.

Pero de momento, Lukashenko ha de aguantar la presión social. María Kolésnikov­a, aliada de Tijanóvska­ya, se refirió ayer a Lukashenko como “el expresiden­te”, y apeló a los funcionari­os públicos para que le abandonen. “Es vuestra última oportunida­d para superar vuestros miedos. Todos estábamos asustados también. Uníos a nosotros y os apoyaremos”.

Ayer mismo hubo una respuesta. El embajador de Bielorrusi­a en Eslovaquia, Ígor Leschenya, mostró su apoyo a los manifestan­tes en un mensaje en vídeo publicado en Telegram. El embajador se mostró “conmociona­do por las historias de torturas y palizas a los ciudadanos” de Bielorrusi­a. “Espero sinceramen­te que el futuro de mi país se base en tomar en cuenta las posiciones de todos los sectores de la sociedad y representa­ntes de diversas fuerzas políticas. Los bielorruso­s se han ganado con sufrimient­o este derecho”, aseguró.

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