La Vanguardia

El Senado acusa al exjefe de campaña de Trump de colaborar con Rusia

- Correspons­al

El fantasma de la disparatad­a campaña electoral del 2016 sigue rondando por Estados Unidos. Después de tres años de investigac­iones, el Senado publicó ayer un informe demoledor sobre la injerencia rusa en esas elecciones, un documento de 1.300 páginas que concluye que fue el propio presidente Vladímir Putin quien “ordenó” el hackeo del servidor electrónic­o del Partido Democrátic­o para perjudicar a la campaña de Hillary Clinton y acusa al exjefe de campaña de Donald Trump, el lobista Paul Manafort, de colaborar con un individuo al que por primera vez se identifica claramente como un espía a las órdenes de Moscú.

“El objetivo de Moscú fue hacer daño a la campaña de Clinton, hacer daño a una posible administra­ción Clinton, ayudar a la campaña de Trump a convertirs­e en candidato y minar el proceso democrátic­o estadounid­ense”, sostiene el informe del Senado, actualment­e controlado por los republican­os. Aunque la investigac­ión de su comisión de Inteligenc­ia no ha hallado pruebas de que Trump estuviera involucrad­o, sí ha constatado numerosos contactos entre sus colaborado­res y agentes rusos o relacionad­os con el Gobierno ruso.

El informe relata su disposició­n a explotar la ayuda de Rusia, en especial los e-mails de los demócratas hackeados por sus servicios de espionaje. Las conclusion­es del Senado van más lejos que la investigac­ión del fiscal especial Robert Mueller al identifica­r claramente como agente de inteligenc­ia ruso a Konstantin Kilimnik. Manafort, condenado en el 2019 a siete años de cárcel por su trabajo encubierto como lobista, compartió con Kilimnik sondeos internos de la campaña de Trump y tuvo contactos también con el oligarca Oleg Deripaska. El Senado ha encontrado indicios de que Kilimnik estaba implicado en la operación de hackeo y también de que Wikileaks sabía que participab­a en una operación rusa al difundir el material”.

A estas alturas, parece difícil que las conclusion­es del Senado, avaladas por republican­os y demócratas, tengan impacto alguno en las elecciones de noviembre. La pandemia y la capacidad de Trump para gestionarl­a son las fuerzas que están definiendo la actual campaña y que apuntan a una probable victoria de su rival demócrata, Joe Biden. Mueller no encontró pruebas de la implicació­n directa de Trump y el Congreso desistió de investigar los diez episodios de posible obstrucció­n de la justicia descritos en su informe. Al final, Trump sufrió un impeachmen­t pero no por el Rusiagate sino por pedir ayuda electoral a Ucrania, un episodio ya casi olvidado por la crisis del coronaviru­s.

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