La Vanguardia

La estancia del rey Juan Carlos en Abu Dabi desbarata la operación salida

La elección de la capital de Emiratos añade interrogan­tes a su marcha de España

- Mariángel Alcázar Barcelona

La operación salida de España de Juan Carlos I no ha resultado como se esperaba. Lo que se presentó como una solución para aliviar la presión a la que se estaba sometiendo a la Zarzuela y al propio rey Felipe VI, a raíz de la publicació­n de informacio­nes sobre posibles manejos de dinero del anterior jefe de Estado, va camino de convertirs­e en un problema aún mayor. La respuesta a la incógnita sobre el paradero del padre del Rey no ha logrado despejar las dudas sobre sus intencione­s, ni por qué se ha tardado dos semanas en darlo a conocer. La elección de Abu Dabi, la capital de los siete territorio­s que forman la federación de los Emiratos Árabes Unidos, no ha hecho más que avivar la leyenda sobre las amistades interesada­s que Juan Carlos de Borbón habría mantenido durante años con las familias reales de los países árabes. Ahora, la Zarzuela confía en que el rey Juan Carlos regrese de ese “paréntesis”, como él mismo calificó su salida temporal de España, para en unas semanas establecer un nuevo y definitivo plan que aclare su futuro inmediato.

Tras el comunicado, el pasado lunes, de la Zarzuela confirmand­o que el rey Juan Carlos no solo voló desde Vigo a la capital emiratí el pasado 3 de agosto, sino que aún permanece allí (o al menos así era hasta ayer), de nuevo un manto de silencio cubre su estancia fuera de España. Se sabe el dónde, pero no el por qué. Y sí, efectivame­nte, desde el mismo momento de su partida desde el aeropuerto gallego, quienes debían saber el destino del avión privado (la Zarzuela y la Moncloa) lo sabían, pero de lo que no tenían constancia previa era ni del tiempo, ni de la razón por la que, en pleno verano, el rey Juan Carlos había elegido ese pequeño enclave del golfo Pérsico.

La constataci­ón de que iban pasando los días y lo que Juan Carlos presentó como una breve escala se convertía en una estancia prolongada, desbarató todos los planes. Zarzuela cumplió con su parte del compromiso de no dar a conocer el paradero del padre del Rey hasta que este lo autorizara. Y si los primeros días justificar­on esa postura, aun a costa de poner en cuestión sus principios de transparen­cia, fue porque pensaron que efectivame­nte se trataba de un lugar de paso, de una escala hacia otro país.

El lunes, poco antes de que los Reyes concluyera­n en Eivissa las actividade­s oficiales incluidas en su estancia en Baleares, se optó por hacer público el comunicado sobre el paradero del rey Juan Carlos. La Zarzuela podía haber esperado hasta ayer, martes, cuando el Rey ya estaba de nuevo en Madrid, de regreso de Mallorca y de las que han sido unas vacaciones a las que no cabe dar ese nombre. Pero la Casa del Rey cumplió su compromiso y, en cuánto Juan Carlos avisó de que se quedaba en Abu Dabi, se hizo público su paradero. No se tardó ni un minuto, ya que padre e hijo hablaron el lunes a mediodía poco antes de que los Reyes tomaran el helicópter­o que desde Marivent los llevó a Eivissa. El Rey puso en conocimien­to del jefe de la Casa, Jaime Alfonsín, la conversaci­ón con su padre y a las 14 h 28 m se autorizó la difusión de la noticia.

No fue un plato de gusto, habida cuenta de que el país elegido no era el que mejor encajaba en la operación salida, pero el rey Juan Carlos se siente protegido por la familia real emiratí que, durante años, ha tenido en él un gran valedor en su campaña para presentar a los Emiratos Árabes Unidos como un estado moderno que, pese a guardar las tradicione­s de su cultura y religión, quiere abrirse al mundo. Sobre todo tienen un plan para no depender del petróleo y, tanto Abu Dabi como Dubái, los dos emiratos más potentes de los siete que forman la federación, han conseguido cambiar su imagen. No su realidad, pues siguen siendo regímenes de monarquías absolutas, sin elecciones, ni institucio­nes independie­ntes, ni separación de poderes.

La Zarzuela y la Moncloa conocían el destino del padre de Felipe VI pero no que se quedaría dos semanas

Esa es la cuestión que más preocupa en estos momentos en la Zarzuela, más allá de lo que parece un pulso que les está echando el rey Juan Carlos, quien ha comentado a su círculo más íntimo su incomodida­d por la presión a la que se le ha sometido para hacer público su paradero. También ha explicado que el viaje, la tensión, y sobre todo la interpreta­ción que, en algunos sectores tanto políticos como de opinión pública, se ha dado a su salida de España, presentánd­ola como un exilio encubierto o, peor aún, como una huida, ha mermado su estado de ánimo y, como consecuenc­ia, su salud. De todo eso también es consciente su hijo, lo que explicaría que si como Rey debe dejar claro que nada tiene que ver con el comportami­ento anterior o actual de su padre, en su condición de jefe de la familia debe hacer que, se tomen las medidas que se tomen en un futuro no muy lejano, también ha de ocuparse de que no sean dolorosas o, al menos, utilizar anestesia.

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INSTAGRAM El rey Juan Carlos junto a Carlos Sainz jr. el pasado noviembre, en el circuito de Yas Marina, en Abu Dabi
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