La evolución de las 741 masías
En el parque del Montseny existen un total de 741 masías censadas con una gran diversidad de usos. Se recogen hasta 18 tipologías distintas en función de las actividades que se desarrollan en ellas: ganadería, agricultura ecológica, el artesanado, turismo rural, artístico, investigación o educación ambiental, según el libro Masos del Montseny (Ed. Brau). Una de ellas es Can Lluís, en la que viven y trabajan usuarios de la Fundació Viver de Bell-lloc, dedicada a promover el crecimiento personal y la inclusión social y laboral de las personas con discapacidad intelectual o trastorno mental grave. “En la segunda mitad del siglo XX la mayoría de las masías vivía de la producción agrícola, pero sobre todo de la ganadería y los productos forestales. Actualmente, hay más heterogeneidad, pero se observa que cada masía se ha especializado”, concreta Sònia Sànchez, licenciada en Biología, doctora en Ciencias Ambientales y coautora del libro. En los años sesenta, 700 masías de este paraje, de más de 55.800 hectáreas, dejaron su actividad, ya sea por abandono, cambio de usos o cierre, añade el geógrafo y doctor en Ciencias Ambientales y también coautor del libro Martí Boada. Muchas de las fincas que quedaron derivaron en segundas residencias, y otras están ocupadas por personas que “vienen a buscar calidad de vida”. “Su procedencia geográfica es diferente, y su origen es también del extranjero. Hay escritores, arquitectos, también un manso donde hacen terapias naturales...”, explica Boada.